¿Debería dimitir Francina Armengol por estar en un bar en la hora límite de cierre?
Yo no entraría en una dinámica de caza de brujas. Además, considero que la dimisión es una cosa muy personal. Decidir si dimites o no por una cosa así depende de dónde pongas tú mismo el listón. Hemos visto dimisiones en países nórdicos por mucho menos, pero también es verdad que un error lo puede tener cualquiera. Además, la señora Armengol finalmente ha reconocido el error y ha pedido disculpas, aunque le haya costado un poco hacerlo. Por tanto, pienso que no debería dimitir, por la inestabilidad que se produciría por una dimisión así.
Dicho esto...
Dicho esto, en estos momentos en los que se están pidiendo tantos sacrificios a la gente, en que la gente empieza a estar ya bastante cansada y en que se perciben las consecuencias económicas tan graves que está teniendo la pandemia, se tiene que ir con mucho cuidado —enfatiza—. Y en este caso la presidenta no tuvo ese cuidado. Desde mi punto de vista, dio un patinazo gordo. La señora Armengol podría haber decidido que su error era lo suficientemente grande como para no continuar. Al final no lo ha decidido así y, como he dicho, creo que ha hecho bien.
"Armengol finalmente ha reconocido el error y ha pedido disculpas, aunque le haya costado un poco hacerlo. Por tanto, pienso que no debería dimitir"
¿Diría que usted mismo dimitió por menos?
Bueno, vamos a ver. Yo asumí mi error, dije que me había equivocado y decidí dimitir, pero fue una decisión personal mía. También es cierto que si hubiera continuado, a lo mejor habría habido peticiones de dimisión. Por eso me avancé y presenté mi renuncia. En su momento se juntaron una serie de factores, pues aparte de mi viaje a la República Dominicana, había habido un desgaste muy importante a raíz del caso Contratos. En ese contexto, mi posición se había debilitado demasiado como para seguir dando tanto "peixet" a la oposición. Yo no quería seguir alimentando de esa manera la demagogia de los detractores y la oposición, por lo que decidí que dimitir era lo mejor para el Govern y para el partido.
¿No debería haber hecho aquel viaje entonces?
Reconozco que me equivoqué, pero sigo defendiendo que aquel viaje era en mi esfera privada y en el marco de un programa de televisión en el que colaboraba desde hacía más de diez años. Por tanto, no había nada mal hecho. Pero la trascendencia que se le daba y la munición que se le podía dar a la oposición, más todo lo que había detrás, hicieron que yo dimitiera.
¿Cree que hay a veces una doble vara de medir?
Sí, la hay. Mire, desde la izquierda había personas que decían estos días "no hemos de criticar lo que ha pasado en el Hat Bar, porque si no, le hacemos el juego a la derecha" —esta frase la enuncia Barceló en un tono deliberadamente teatral, hablando en voz baja, como se hace cuando se cuenta algo más o menos delicado o secreto a alguien—. Sin embargo, algunas de esas mismas personas de la izquierda no fueron tan condescendientes en otros casos —ironiza a continuación—.
"En momentos en los que se están pidiendo tantos sacrificios a la gente se tiene que ir con mucho cuidado"
¿A qué atribuye que no haya normalmente un criterio unívoco?
Bueno, por una parte, el nivel de exigencia aquí, comparado con el de los países nórdicos, es muy inferior y se producen pocas dimisiones. En ese sentido, estoy muy tranquilo por haber dimitido. Por otra parte, también es verdad que cuando una persona renuncia, al final se produce un efecto un poco extraño, porque cuando hubo dimisiones en el caso Contratos, la reacción de alguna gente, en lugar de alabarlo, fue decir: "Si dimiten, es que han hecho algo malo". La dimisión está penada socialmente, en el sentido de que, en lugar de ser sólo una asunción de una equivocación ética o estética, o un modo de dejar trabajar a la Justicia, se convierte en un "algo mal habrá hecho". Eso hace que sea aún más difícil dimitir. En cuanto a la dimisión de los compañeros del caso Contratos, en ningún caso era una asunción de culpabilidad, ni mucho menos.
¿Se alegró cuando supo que el caso Contratos se había archivado definitivamente?
Yo no hablaría de alegría, sino de satisfacción por el hecho de que el caso Contratos se haya archivado definitivamente por dos jueces diferentes. Recuerde que nosotros siempre habíamos defendido que desde el punto de vista legal, jurídico y administrativo todo se había hecho bien. No hubo ni fraccionamiento de contratos ni ninguna cuestión que pudiera ser jurídicamente atacable. Si no puedo hablar hoy de alegría, es porque los compañeros que fueron investigados lo pasaron muy mal y porque tuvieron que dimitir por un caso que no existía realmente. Son cosas que no le deseo a nadie. En definitiva, todo fue una exageración, en la que hubo además tergiversación y demagogia.
Aun así, ¿entiende las críticas estrictamente políticas recibidas entonces?
Bueno, en su momento yo admití que estéticamente —subraya— era cuestionable lo que había pasado. Pero eso nos llevaría a otro debate. Así, deberíamos preguntarnos si las personas que tienen una militancia política o que han trabajado para un partido están inhabilitadas para trabajar luego para la Administración. La Ley de Contratos no dice eso en ningún lugar. También deberíamos preguntarnos hasta dónde debería llegar esa hipotética inhabilitación. Por último, en el caso concreto de Jaume Garau, tendríamos que preguntarnos cuántas personas o cuántas empresas están tan preparadas como él en Baleares en temas de fondos europeos. La verdad es que no son muchas, ni siquiera en el conjunto de España. Eso explicaría por qué Garau ha trabajado igualmente con instituciones gobernadas por el PSOE o el PP.
"En todo lo relativo al caso Contratos yo admití que estéticamente era cuestionable, pero hubo exageración, tergiversación y demagogia"
Es un asunto muy complejo, sí...
Lo es. Piense por ejemplo en un diario en el que la Administración pone publicidad. Ese mismo diario es contactado luego por un partido político para poner anuncios durante una campaña electoral. Si ese partido gana, ¿no puede seguir entonces esa relación contractual? Mire, un diario muy concreto nos cuestionó muy seriamente por el caso Contratos, sin cuestionar sus posibles propias incompatibilidades. Ese mismo diario hablaba de contratos "a dedo", cuando el término correcto es contratos menores. Además, si analizabas cada uno de los contratos cuestionados, veías que prácticamente todas las convocatorias habían sido públicas, por lo que cualquiera se hubiera podido presentar. En algunos casos se habían solicitado además entre tres y siete presupuestos. En ese contexto, ¿se puede seguir manteniendo hoy que eran contratos "a dedo"?
¿Cómo ve el futuro del turismo en Baleares?
El coronavirus ha hecho aún más palpables las debilidades de nuestro modelo económico y social, pero las necesidades siguen siendo las mismas. Antes de la pandemia ya era evidente que tenía que haber toda una serie de cambios, a medio y largo plazo, que se tenían que afrontar con mucha valentía. En la pasada legislatura, tímidamente, intentamos poner sobre la mesa la necesidad de esos cambios. Digo tímidamente porque no todo el mundo lo entendía ni había el presupuesto suficiente. Pero las recetas estaban ya claras. Tiene que haber un proceso de reindustrialización, de apuesta por las nuevas tecnologías y de desmasificación. Todos esos procesos se deberían hacer desde las distintas administraciones y los sectores empresariales. Si no es así, si no todo el mundo va en la misma línea, seguiremos dando vueltas y no nos moveremos.
Es todo un reto...
Se ha demostrado que las economías industriales están aguantando mejor esta crisis y no están sufriendo tanto como nosotros. Además, nuestros números de destrucción de empleo y de descenso del PIB superan con mucho los números terribles que ya tuvimos en la crisis de 2008. En ese contexto, debemos preguntarnos cuántas empresas sobrevivirán. A ello habría que añadir que como dependemos tanto del exterior, nuestra recuperación no será tan rápida como desearíamos. Dependemos absolutamente de la movilidad y ésta no se recuperará en dos días, en una coyuntura en la que además muchas compañías aéreas están pasando hoy por serias dificultades. En definitiva, el turismo ha de seguir siendo la locomotora de nuestra economía, pero con un peso bastante menor. No queda más remedio que sea así, para nuestra propia supervivencia.
"Un diario muy concreto nos cuestionó muy seriamente por el caso Contratos, sin cuestionar sus posibles propias incompatibilidades"
En 2015 Més obtuvo unos resultados excelentes, que no se repitieron cuatro años después...
Sí, es cierto. En su momento, yo intenté hacer un proyecto que fuera lo más amplio y transversal posible, siguiendo un camino que en el pasado habían iniciado ya Pere Sampol o Mateu Morro en el PSM. En mi etapa, recuperamos a Entesa, nos acercamos a ERC y sumamos a Iniciativa Verds, construyendo el proyecto de Més. Con el tiempo, esa línea de apertura y de transversalidad, no siempre bien entendida, ha quedado un poco frenada. Por otra parte, es evidente que el hecho de gobernar y de hacerlo en coalición es siempre muy complicado, sobre todo porque no siempre puedes atender todas las expectativas de tu electorado. Además, para llevar a cabo según qué tipo de políticas se necesita más de una legislatura. Con todo, creo que los ejes más importantes del programa de Més se llegaron a aprobar, pero al parecer no fue suficiente.
¿Qué diría del PSOE y de Podemos tras su experiencia de la pasada legislatura?
Bueno, el PSOE es mucho menos valiente que nosotros en algunos temas y también demasiado prudente en algunas ocasiones, por ejemplo con su posición con respecto a la Monarquía. En cuanto a Podemos, ha ido cambiando muchísimo con el tiempo. En la pasada legislatura, realmente eran oposición pura y dura, a pesar de dar su apoyo al Govern. En este mandato, en cambio, su posición es totalmente diferente. Ahora están absolutamente integrados en el Govern y sin desmarcarse lo más mínimo. Todos esos factores, junto con nuestros errores propios, influyeron en los malos resultados electorales obtenidos por Més el año pasado.
¿Fue un error aquella vaga propuesta de Més, hecha hace tres años, de un referéndum en Mallorca en 2030?
Lo fue, sí, aunque de hecho no se llegó a aprobar nunca. En su momento se puso sobre la mesa y no se llegó ni a discutir, pero mientras tanto dio mucho juego, al coincidir también con el momento político que estaba viviendo Cataluña. Mire, uno puede compartir que quiere un referéndum y la soberanía para las Islas, pero si luego la mayoría de la población no lo ve así, o si no está lo suficientemente madura o preparada para esa idea, proponerla no tiene mucho sentido. Hay que ser realista y tocar de pies a tierra en relación a aquello en lo que se ha de avanzar hoy, como por ejemplo la cogestión aeroportuaria o la autonomía financiera. Creo que ambas cuestiones podrían suscitar, además, un amplio consenso en la sociedad balear. Por tanto, deberían buscarse esos puntos comunes donde todos nos podamos sentir cómodos.
"La línea de apertura y de transversalidad de Més, no siempre bien entendida, ha quedado un poco frenada"
¿Cómo ve el futuro de Més per Mallorca?
Para empezar, sigo viendo a Més como un proyecto igualmente vigente y necesario, en el sentido de que la idea continúa siendo totalmente válida. De hecho, gran parte de las cuestiones que hemos ido defendiendo, primero en el PSM y luego en Més, a la larga se han ido incorporando en los programas electorales de diversos partidos. Por otra parte, también es verdad que en Més ha habido una transición de liderazgos que no ha acabado de cerrarse, por lo que ahora estamos en una especie de "stand by". Para mí, el actual coordinador, Antoni Noguera, es una persona absolutamente válida, pero él mismo ya asumió el cargo de una manera también provisional. En esto soy muy clásico y pienso que la experiencia nos demuestra que en todos los partidos es necesario tener un liderazgo muy claro.
¿El liderazgo lo es todo en política?
Bueno, evidentemente tiene que haber un proyecto y unas ideas, así como una segunda línea y una tercera línea muy fuertes que acompañen a ese posible liderazgo, pero es imprescindible contar con una persona que sea capaz de sumar distintas sensibilidades y diferentes maneras de percibir la realidad. Si eres una persona demasiado escorada hacia un extremo y sólo representas una determinada manera de ver las cosas, no podrás conseguir el voto de los jóvenes y de los mayores al mismo tiempo. En ese sentido, insisto, estamos ahora en un impasse que hemos de resolver.
¿A qué se dedica en la actualidad?
Soy funcionario del Cuerpo Superior de la Comunidad autónoma desde hace quince años, pues conseguí mi plaza en 2005, si bien había estado en excedencia desde entonces debido a mi actividad política. Finalmente, en 2018 ocupé ya de manera definitiva mi plaza como empleado público. Ahora mismo, estoy en la Comisión de Medio Ambiente del Govern, que es un trabajo que me está gustando mucho.
"La política como tal no la dejaré nunca, aunque ahora ya sólo como militante de base y ciudadano"
¿Añora la política?
Bueno —sonríe—, la política como tal no la dejaré nunca, aunque ahora ya sólo como militante de base y ciudadano. Si me pregunta por la política activa, no volvería nunca. Fue una etapa que viví, que disfruté y que me gustó muchísimo, pero no volvería a ella por muchos motivos. Además, llega un momento en que uno tiene que dar paso a otras personas, con más motivaciones y con nuevas ideas. Como los futbolistas, tienes que saber cuándo ha llegado el momento de colgar las botas. Por otra parte, hoy hay en la política mucha crispación y bastante intolerancia. Además, ahora se pone la lupa mediática sobre todo lo que ocurre, incluida tu propia vida privada. Todo está muy polarizado.
¿Cree que la experiencia de la pandemia contribuirá a hacernos mejores?
La verdad es que soy un poco escéptico y pesimista en ese sentido. En cualquier caso, espero que podamos salir de esta pandemia lo más rápido posible, tanto desde el punto de vista sanitario como económico, porque la situación es muy preocupante. A ello hay que añadir la actual restricción de libertades individuales, necesaria pese a todo, que también es preocupante y que puede llegar a tener consecuencias tanto psicológicas como de carácter social. Yo soy una persona que en general suele ver el vaso medio lleno, pero ahora estamos viviendo unos momentos de incertidumbre. Aun así, no sé, quizás deberíamos de ser más vitalistas, más optimistas y más positivos.
¿Siempre nos quedará el Mallorca?
Ja, ja, ja. Siempre nos quedará el Mallorca, sí. Ahora ya no soy socio, pero lo sigo por televisión. Antes de la pandemia, siempre que podía ir a Son Moix, iba. También es verdad que en la actualidad percibo un cierto cansancio del aficionado al fútbol en general, seguramente un poco por todo, por los campos vacíos, por unos horarios de locos y por tener partidos todos los días de la semana. Pero, bueno, sigo siendo del Mallorca. Eso ha sido así de toda la vida y ya no cambiaré.