G. Delgado, catedrático de Derecho Canónico

"Harían falta ocho papas Francisco seguidos para empezar a cambiar cosas en la Iglesia"

Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega
Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega

Gregorio Delgado del Río (Los Villares-Soria, 1940) es jurista, especializado en Derecho Canónico y Derecho Civil. Se formó en la Universidad de Navarra, donde obtuvo doctorados en ambas disciplinas. Inició su carrera como profesor en la misma institución y más tarde ocupó cátedras en las universidades de Extremadura, Valencia y, finalmente, en la UIB, donde se jubiló en 2010. Fue ordenado sacerdote y solicitó la dispensa canónica para retornar al estado laical. Esta transición personal y espiritual la relata en su obra autobiográfica ‘La despedida de un traidor’. ‘La búsqueda personal de Dios’ (2023), donde reflexiona sobre su alejamiento de la institución eclesiástica, aunque mantiene su compromiso con el Evangelio de Jesús. Sus 18 publicaciones avalan su trabajo universitario. En otro ámbito profesional, es abogado civil y rotal, y fundador del bufete Delgado & Asociados en Palma de Mallorca. Colabora de forma habitual con religióndigital.com y, en el ámbito de la isla, en mallorcadiario.com.

¿Qué imagen cree que deja en la historia reciente de la Iglesia el papado de Francisco? ¿Cree que puede ser considerado un papa reformista?

— Sí, yo creo que ha sido, en un cierto sentido, un papa reformista. No en el sentido de la doctrina, que no la ha tocado. Creo que ha tenido miedo a que hubiese un cisma en la Iglesia. La oposición que ha tenido Francisco desde el primer día de ser nombrado papa ha sido inimaginable para la gente de la calle. Es algo que a mí me avergüenza. Los cristianos debemos distinguirnos por el testimonio de amor entre nosotros. A Francisco se le odiaba en ciertos ambientes eclesiales, que, por cierto, dicen encarnar la verdad católica y la ejemplaridad de vida.

Este papa, precisamente por ello, no ha abordado reformas doctrinales, aunque, a mi entender, son estrictamente necesarias.  Lo que ha marcado son, vamos a llamar, iniciativas, que son tendencias, que no se han consolidado tampoco. Ha fijado un nuevo estilo, a veces desconcertante. Pero, eso sí, coherente con el Evangelio, muy marginado en la Iglesia católica, incluso en cuestiones trascendentales. Ha puesto claramente a Jesús y al Evangelio en el centro de la Iglesia y de la vida de los cristianos.

"La oposición que ha tenido Francisco desde el primer día de ser nombrado papa ha sido inimaginable"

Nadie podrá negar que Francisco fue un papa cercano e incómodo para muchos…

— Ciertamente, era un anticlerical radical. Al felicitar unas Navidades a la Curia romana, tuvo el coraje de pronunciar un discurso en el que desarrolló las catorce enfermedades espirituales de la misma. No te puedes imaginar lo que les soltó y con razón. Puede parecer duro, pero es indudable que la mayor parte de los males de la Iglesia tienen mucho que ver con el insoportable clericalismo. Yo creo que la Iglesia tiene que hacer, como he dicho antes, reformas precisamente en la doctrina. Este papa ha tenido miedo. Ha sido muy incómodo para el sector más fundamentalista de la Iglesia, que ha respondido con una resistencia hasta ahora desconocida. Todos sabemos quién está detrás y agita las aguas.

"Francisco era un anticlerical radical"

¿Usted no diría que Francisco logró cambiar el rumbo de la Iglesia o simplemente intentó abrir grietas en el sistema?

— La Iglesia de 2025 que deja Francisco no es sustancialmente diferente de la que cogió. Es un hombre que ha marcado estilos, que ha abierto procesos, que ha insinuado caminos diferentes, que, sobre todo, ha entendido la religión como humanización. La condición humana fue esencial para Francisco. Explica muchas cosas en su ministerio, que no encuentran acomodo en el sector más ultra de la Iglesia. Sin embargo, es puro evangelio como expuso Hans Küng y José María Castillo.

Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega.
Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega.

Francisco hablaba de la necesidad de que los pastores tengan olor a oveja… ¿Cómo se tradujo eso en hechos concretos?

— Es un estilo de vida personal, diferente al habitual de la mayoría del clero y muy próximo y concorde, en muchos aspectos, con la idea de servicio.  El verdadero pastor no exige sumisión y obediencia. Muestra servicio y proximidad. Francisco lo ha practicado a diario y dado un testimonio explícito al visitar las cárceles, al acoger a los más pobres, al ponerse siempre al lado de los emigrantes, de los débiles, de los miserables, de los excluidos de la sociedad. Hizo gala de la condición de emigrante de Él mismo y de su familia. El pastor, que deseaba en la Iglesia, es el que no exhibiese y ejerciese su supuesta superioridad, su poder y su jerarquía sobre las ovejas. Insistió, con pleno acierto, en el servicio, que se demuestra día a día. No creía en los pastores que decían una cosa y hacían otra. Lo denunció con frecuencia.

Hablemos un poco de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Francisco dio un giro radical a ese grandísimo problema...

— Todos sus predecesores fueron responsables del gran escándalo. Le ha costado a la Iglesia católica la pérdida de la poca credibilidad que le restaba. Actuaron desde el secretismo y propiciaron el ocultamiento. Consintieron, al menos, que las instrucciones de Roma buscasen ante todo proteger la institución, el supuesto buen nombre de la Iglesia. Las congregaciones vaticanas competentes, según reconoció el mismo Benedicto XVI, reaccionaron “muy despacio y demasiado tarde”. ¿Quién no recuerda las fotos del anciano Juan Pablo II “bendiciendo públicamente en la frente a Maciel”.

Los obispos, que nunca debieron obedecer semejantes criterios, escogieron pasar por buenos cuando, en realidad, no estaban actuando de modo correcto. Hipocresía  pura. Francisco cogió, hasta cierto punto, el toro por los cuernos e impuso el criterio de tolerancia cero, que se ha cumplido con alguna excepción.  Desde Pio XII, como he dicho, los papas miraron para otro lado. El prestigio de la institución, la Iglesia, nunca debe estar por encima de las personas. ¡Vaya vergüenza!  Se facilitaba el terreno a los abusadores. Todavía restan cuestiones a resolver.

"La institución nunca debe estar por encima de las personas. ¡Vaya vergüenza!"

¿Qué me dice del papel de la mujer en la Iglesia?

— Este es otro tema ante el que, personalmente,  me he sentido  muy contrariado y avergonzado. Y esto, como tantas otras cosas, se debe a los pontificados, para muchos estelares, de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Fueron grandes comunicadores, sobre todo Juan Pablo II, pero que pusieron gran empeño en controlar y neutralizar el espíritu reformista del Concilio Vaticano II. Por eso, Francisco lanzó dos grandes mensajes: hay que volver al Vaticano II y aplicarlo; y hay que poner el centro de la Iglesia en Jesús y, por tanto, en el Evangelio. Los dos papas anteriores no tuvieron escrúpulo alguno en utilizar la fuerza del magisterio para defender posiciones que muchos creemos que son contrarias a la igualdad de los hijos de Dios. Todos, hombres y mujeres, fuimos creados libres e iguales, a semejanza de Dios. Todos somos hermanos. La gran fraternidad universal. ¿Dónde está en el Evangelio que las mujeres no son iguales a los hombres?

Francisco se encontró cerrado el camino y no ha querido abrirlo. Es dogma de fe. Cuestión resuelta e intocable. ¿Un imposible? Además, no estaba el horno para bollos. Sí, ha repartido juego a las mujeres. Les ha dado puestos importantes en la Curia romana. La economía, el banco vaticano, lo gestiona  una mujer, por ejemplo. Nada que oponer a esa orientación. Pero, a la lista de pérdidas conocidas (los obreros, los intelectuales), se añadirá la de las mujeres. Es profundamente decepcionante. ¿Dónde están los signos de los tiempos del buen papa Juan XXIII?

"¿Dónde está en el Evangelio que las mujeres no son iguales a los hombres?"

¿Por qué le ha costado tanto al papa avanzar en cuestiones como que la mujer acceda al diaconado?

— Harían falta ocho Francisco seguidos para empezar a cambiar ciertas cosas. La clave está en los cambios doctrinales y en la revisión de cómo se configuró y organizó la Iglesia en sus inicios (la era constantiniana), las consecuencias ciertas de la reforma gregoriana (el sistema jerárquico romano), que no es, ni mucho menos, el ‘tradicional católico’. Fue impuesto en el s. XI por los hombres de la reforma gregoriana con muy malos métodos e incluso amparándose en ‘falsificaciones masivas’. Aquí se produjo una ‘invención de la tradición’ (cf. Küng, Siete papas, pág. 95-96), que fue ampliada progresivamente y puso en marcha un nuevo modelo católico romano (cambio de paradigma). Son muchas las cosas que habría que someter a una profunda revisión crítica, que han llegado a nuestros días, y que explican la política eclesiástica contrarreformista y antimodernista (el inicio de la caída libre de la Iglesia).

¿Cuándo se entenderá en la Iglesia el mandato de Jesús: “Lo del César, devolvedlo al César,  y lo de Dios, a Dios” (Mc 12, 17)? ¡Qué oportunidad viene desaprovechando la Iglesia!

El magisterio es una cosa muy seria. Todos sabemos cuál ha sido la postura histórica de la Iglesia frente a la mujer y la sexualidad. Si quieren seguir así, perderán a las mujeres.

Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega.
Gregorio Delgado. Foto: J. Fernández Ortega.

¿Es posible que el sucesor de Francisco retome esta agenda de apertura o cree que se producirán retrocesos?

— No sé lo que pasará. Espero que no se den pasos hacia atrás. La Iglesia se halla en una muy grave encrucijada. Así no pueden seguir las cosas (cf. Hans Küng, ¿Tiene salvación la Iglesia?). Si no viene un papa continuista, que, por supuesto, tendrá su específica sensibilidad y sus propia melodía, pero que entienda que el Evangelio es lo central, como guía y proyecto de vida de los creyentes, las cosas pintarán muy mal para esta desnortada Iglesia actual. Ya lo ha profetizó Benedicto XVI: la Iglesia o el catolicismo tiende a ser una minoría muy minoritaria.

"Si no viene un papa continuista, que entienda que el Evangelio es lo central, las cosas pintarán muy mal para esta desnortada Iglesia actual"

Hablemos del rechazo que sufrió Francisco por los sectores más ultraconservadores. ¿Por qué este odio africano a un papa, al que acusan de rojo?

— En mi opinión, confirmada una vez más al escuchar a sus apoyos mediáticos en estos días en que tanto se ha hablado de Francisco, esas o parecidas acusaciones encuentran su explicación en posiciones ideológicas de quienes las formulan.  Hablando en plata, y más allá de ciertas orientaciones de Francisco en materia de relaciones entre religión y política, que admiten muchas matizaciones a favor y en contra, creo, presuntamente, que las posiciones del sector más ultraconservador, al menos en España, no son entendibles sin una referencia explícita al pontificado de Juan Pablo II, considerado como un papa del Opus Dei y como referencia clara de lo que debe ser un sucesor de Pedro.  “A pesar de una gran resistencia en la propia curia”, Juan Pablo II le otorgó “el estatuto de praelatura nullius, es decir, de diócesis mundial independiente”. Tal solución organizativa ya no fue bien vista en su día por diversos especialistas en la materia. La llegada de Francisco produjo un auténtico terremoto, todavía no apaciguado definitivamente. Impuso ciertas modificaciones sensibles y se granjeó las resistencias sofisticadas de la poderosa institución. Ahora, en ciertos medios, se han soltado el pelo con ocasión de la valoración del pontificado de Francisco. Se ve que respiran por la herida.

La sede vacante por la muerte de Francisco va a retasar el relevo del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull

— Para mí, la reforma pendiente en la Iglesia, la que es necesario abordar sin demora, tiene que ver con la vida de los que se dicen creyentes y seguidores de Jesús. Lo ha manifestado, con reiteración, Francisco. La evangelización, la transmisión de la fe en Jesús, sólo se realiza con el testimonio. Es lo que atrae, ilusiona y compromete. Lo demás es hipocresía y fariseísmo.

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Un comentario

  1. Jo pens que només que hi hagués un Papa més igual que en Francisco sa esglesia catòlica desapareixaria definitivament. Lo que fan falta, crec, son vuit Joan Pau II, o més.

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