Víctor Almonacid, experto en administración electrónica

“La administración pública sigue funcionando como en los años 90”

Víctor Almonacid
Víctor Almonacid Lamela. Foto: J. Fernández Ortega

Víctor Almonacid Lamelas (Valencia, 1973) es funcionario de carrera, secretario de la administración local, experto en administración electrónica y transformación digital del sector público. Es también vicepresidente de la Asociación de Dirección Pública Profesional. Escribe su propio blog. Con más de 25 años de experiencia en la gestión municipal, es una de las voces más críticas —y a la vez más autorizadas— sobre las disfunciones de la burocracia española. En su último libro, Burocrac_IA, lanza una mirada implacable al laberinto administrativo, denuncia la resistencia interna al cambio y propone soluciones concretas para una administración más ágil, cercana y eficiente.

¿Qué va a encontrar el lector en su último libro, Burocrac_IA?

Burocrac_IA está dividido en dos grandes partes. La primera es una crítica bastante feroz, pero realista, al sistema, especialmente a la burocracia, esa carga artificial que nos complica la vida y que, en un 90% de los casos, es impostada. Siempre digo que es, salvando las distancias, una especie de continuación de Vuelva usted mañana de Larra. Hablo tanto desde mi experiencia como ciudadano como desde mi trabajo dentro de la administración pública. Pero creo que toda crítica debe ir acompañada de propuestas, así que la segunda parte recoge algunas medidas para mejorar la burocracia, agilizar los procedimientos, evitar desplazamientos absurdos o el clásico “vuelva usted en septiembre”. Porque el servicio público, que pagamos entre todos, no es un regalo: es un derecho.

¿La situación ha mejorado o empeorado con las nuevas tecnologías?

— Depende. En algunos casos hemos mejorado, pero el problema es la heterogeneidad: hay más de 8.000 ayuntamientos en España, además de comunidades autónomas, ministerios, empresas públicas… Y cada uno es un mundo. Algunos funcionan bien, pero la mayoría no. Aún queda mucho margen de mejora.

¿Qué suele estar mal?

— La burocracia en sí y, en particular, la “burocracia 2.0”: coger lo que ya estaba mal en papel y pasarlo a formato electrónico. Eso genera nuevas brechas: digital, generacional, social… Incluso en la España rural, donde no siempre hay conectividad. Los servicios electrónicos son útiles si se gestionan bien, pero no puedes obligar a un ciudadano a usarlos. Y si lo haces, la administración tiene la obligación de que sean accesibles para cualquiera, no solo para ingenieros en telecomunicaciones. Si a mí, que soy usuario avanzado, me cuesta, eso está mal.

Víctor Almonacid
Víctor Almonacid. Foto: J. Fernández Ortega

¿Falta ponerse en la piel del usuario?

— Exactamente. Muchas veces pienso que las aplicaciones públicas no se han testeado con usuarios reales. Te hablo, por ejemplo, de renovar el DNI: repetitivo, confuso… Si desanimas al usuario, lo obligas a volver al método tradicional. Y eso demuestra que algo falla.

¿La administración va por detrás del sector privado en esto?

— Totalmente. La empresa privada quiere que el cliente no abandone un proceso. La administración debería tener esa misma sensibilidad: somos clientes, pagamos impuestos y merecemos el mejor servicio, no un apaño ni un PDF incomprensible.

¿Qué es un “funciosaurio”?

— El funcionario que no se recicla, que mantiene una mentalidad estática. Estoy a favor del empleo público fijo, porque garantiza objetividad, pero eso no significa que puedas pasarte 40 años sin actualizarte. Nadie mide tu rendimiento, te pagan igual hagas lo que hagas y eso genera perfiles inmutables. Lo peor es que hay “funciosaurios jóvenes”: ya vienen con esa mentalidad de “yo ya he aprobado, déjame en paz”.

¿Y el equilibrio entre cambio constante y estabilidad?

— Es clave. Hay que cambiar, pero no cada dos por tres. Lo que no se puede es pretender sobrevivir en 2025 con los conocimientos de 1995.

Víctor Almonacid
Víctor Almonacid. Foto: J. Fernández Ortega

¿La inteligencia artificial será aliada o enemiga?

— Puede ser ambas cosas. Si solo sirve para maquillar la burocracia, mal vamos. Pero si se usa bien —y la administración tiene muchos datos que explotar— puede ser muy útil. Eso sí, sin olvidar la ciberseguridad. Hay que hacer ese “maridaje” bien hecho.

¿El silencio administrativo sigue siendo un problema?

— Sí, y muy grave. Que la administración no conteste a un ciudadano es una falta de respeto total. El silencio administrativo está pensado como una excepción, pero muchas veces se convierte en norma porque la burocracia interna, la “autoburocracia”, ralentiza tanto los procesos que los plazos legales se agotan sin que haya resolución.

¿Se revisan los procedimientos administrativos?

— Muy poco. Debería ser una labor constante, como restaurar una catedral: cuando terminas, vuelves a empezar. Porque la experiencia práctica, la legislación que cambia sin parar y los problemas detectados lo exigen. Pero no se hace.

¿Qué reacción provocan tus críticas entre los funcionarios?

— De todo un poco. Algunos prefieren que no hable de estos temas. Yo lo que digo es: si no queréis que hable de ello, que no existan esos problemas. He intentado muchas vías para cambiar la administración y una de ellas es denunciar lo que está mal. No es un ataque a los funcionarios, pero mientras sigan existiendo cosas como el silencio administrativo, las ventanillas absurdas o la necesidad de presentar un certificado de empadronamiento en tu propio ayuntamiento, lo seguiré denunciando.

¿Los espacios físicos también reflejan esta actitud?

— Por supuesto. Si tienes a los trabajadores tras una pecera blindada, eso condiciona la relación con el ciudadano desde el minuto uno. El mostrador blindado, el micro, el cristal… Eso marca distancia, deshumaniza y convierte al usuario casi en un enemigo. Lo ideal es una atención cercana, cara a cara, sin barreras físicas ni mentales.

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4 respuestas

  1. Partiendo del teletrabajo en la Administración, que tiene mucho de tele y poco de trabajo, además las citas previas para cualquier cosa, la Administración electrónica es un fracaso, los grupo A y políticos siguen pidiendo el papel, los programas para gestionar en la Administración son una m. , y además hay incompetencia para hacer programas adecuados y la famosa ruedecita azul. En definitiva, vale más que trabajen todos los funcionarios PRESENTES y no poner tantas pegas en la Administración, y lo de la Administración electrónica que vaya por otro lado hasta que funcione bien.

  2. los políticos debieran escuchar a este funcionario y, también, muchos funcionarios deberian tener la mentalidad de este técnico. Enhorabuena por la entrevista, muy buena.

  3. Salir en los periódicos para decir esto… Informáticamente hablando no esta así como dice. Financieramente hablando esta quebrada.. no puede ser que un país tenga más del 60% de trabajadores siendo funcionarios y solo un 40 % o menos mantener el país.. esta ha de petar si o si. En resumen.. esta mucho peor que en los años 90..

  4. Cuánta razón tiene! A eso hay que añadir que se pide algunas veces documentación que ya dispone otra administración o porque no existe la conectividad necesaria de las administraciones o porque la administración a veces está saturada y no actualiza los datos necesarios a tiempo, que por mucha conectividad que haya esos datos no están porque no están gestionados, pero sí después te obligan a que lo hagas todo telemático, eso es una incongruencia. La interoperabilidad de la Administración falla por todos los lados. comprueben la administración turística del consell, incomprensible.

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