Entiendo que Rafael Nadal es un deportista enorme y una gran persona, parece. Igual que algunos otros subiendo el palmarés nacional a los cielos medallistas.
Lo que me sobra es tanto colegueo por parte de la Casa Real. No por Nadal, sino por los “reales”.
Emocionados, felices y entusiasmados apoyan a nuestros grandes del deporte. Muy bien, pero ¿por qué no van a otros eventos?.
Tenis, vela y algún partido en finales de fútbol o baloncesto, o balonmano. Elitistas son los dos primeros y cuando llegas a la final, es que ya has rozado el olimpo.
Es fácil apoyar al poderoso. Todo son parabienes y bienvenidas.
Ser rey debe ser difícil. Rey sin poder. Te meten las leyes y no puedes discutirlas, aunque si puede y debe, el pueblo abuchearte.
Tampoco comprendes ni aceptas esas críticas, porqué no conoces la vida real ni lo que cuesta un peine. Tu trabajo de rey es estar repeinado para la foto, para cortar la cinta y para ir a esquiar.
Representas a un país que ahora mismo, no tiene presente sólido ni futuro optimista y gobernado por una sinrazón de políticos desde hace años. Un país triste y no comprendes por qué no te aplauden cuando llegas de esas vacaciones que te han pagado aquéllos que no pueden hacerse cargo de la vuelta a las aulas de sus hijos.
No conocemos todo el poder bajo mano que tiene un rey, pero si no puede acercarse un poco más al pueblo, enciérrense en su torre. Ahí estará bien.
