La última visita del Príncipe Felipe a Sillicon Valley, donde casi un millar de jóvenes españoles pelean día a día por lograr la financiación necesaria para poner en marcha sus proyectos, reveló el enorme interés de la economía española por el talento basado en las nuevas tecnologías. Si bien Bruselas prevé un 0,5% de crecimiento en España para 2014, el gobierno español es aún más optimista, duplicando esta cifra y reflejando un panorama de color verde esperanza. De ahí que las starts-ups sean un motivo más que suficiente para impulsar a los inversores más importantes del país a que apuesten por otras fórmulas y con unas posibilidades de negocio muy por encima de cualquier PYME localizada en un entorno físico. El concepto de start-up se puede definir como una empresa basada en una idea de negocio muy original, que se sale de lo convencional. En función de la metodología de aplicación de la idea inicial, este tipo de empresas suelen experimentar un crecimiento efervescente o un rotundo fracaso. Se trata de una idea que no concibe un término medio. Se trata de un fenómeno que se inició en Estados Unidos hace una década y que a día de hoy está en boca de todos en Europa. Londres y Berlín se han convertido en los principales focos de inversión, donde todos quieren descubrir al nuevo Spotify o al sucesor de Skype. Un caso muy particular es de Zalando, que nació como otras tantas start-ups en el año 2008. La web rompió con lo establecido ofreciendo un servicio que hoy en día se antoja muy común: vender zapatos online. Al igual que otras tantas start-ups comenzaron con una inversión muy fuerte, lo que les permitió expandirse rápidamente por Austria, Holanda y Francia. No fue hasta el pasado 2012 cuando decidieron dar el salto a España y otros tantos países europeos como Suecia, Noruega o Bélgica. A día de hoy en España no tenemos casos de éxito como este, pero sin duda ideas innovadoras no faltan. A la espera de encontrar fuentes de inversión más sólidas, muchos jóvenes emprendores pertenecientes a la popularmente llamada fuga de cerebros, deciden buscarla en países como Alemania y Suecia, donde el florecimiento de start-ups está a la orden del día. El 2014 podría suponer el punto de inflexión en esta tendencia, por lo que se espera un volumen de inversiones mucho mayor, siguiendo el modelo de nuestros vecinos europeos.
