El 30 de marzo de 2008, el RCD Mallorca de Gregorio Manzano afrontaba la jornada 30 sin tener asegurada matemáticamente la permanencia. Los numerosos empates cosechados complicaron por momentos una temporada, que vista la recta final, pudo haber sido histórica.
Aquel soleado domingo, los barralets visitaban Mestalla -un feudo en el que nunca antes habían conseguido la victoria- con cuatro importantes bajas: Scaloni, Gonzalo Castro, Ballesteros y por temas contractuales, el zaguero David Navarro.
Por su parte, el cuestionado técnico del Valencia, el holandés Ronald Koeman, tuvo que improvisar en el eje de la defensa debido a las ausencias de Carlos Marchena y Raúl Albiol. No obstante, los ches encaraban el choque con el optimismo que proporciona eliminar al Barça en Copa y derrotar al Real Madrid en el último compromiso liguero. Además, David Villa llegaba al envite tras marcar un golazo entre semana a Italia en un amistoso.
En el minuto 11, Dani Güiza presentó su candidatura al Trofeo Pichichi con el 0-1. Una diana que el andaluz consiguió con un disparo seco tras librarse de sus dos marcadores y que, de paso, empezó a desatar los primeros murmullos entre la fiel y exigente afición local.
En el 20, Ramis ejecutó un libre directo como si fuera el argentino Barrera para colocar la pelota en la escuadra del teutón Hildebrand. Un auténtico golazo que provocó la indignación de unas gradas cada vez más enojadas por el bochornoso espectáculo que estaba protagonizando su equipo, en el que por cierto estaba un futuro conocido: Javier Arizmendi. Antes del descanso, Silva desaprovechó la ocasión más clara de los del Turia cuando perdonó ante la salida de Miquel Àngel Moyà.
Tras el descanso, los isleños continuaron dominando el juego y la posesión. Fruto de la paciencia y de las buenas combinaciones, Güiza estuvo cerca de anotar el tercero en el 59. Un minuto más tarde, el jerezano se resarció del error anterior rematando con la testa un medido centro de Ibagaza. Era el 0-3 y todavía restaba media hora de juego. En ese momento, y ya al unísono, Mestalla era un clamor exigiendo el cese inmediato de Koeman.
En el tramo final, entraron Trejo y Webó. El camerunés sustituyó a un Dani Güiza que se marchó ovacionado por el escaso público que aguantaba estoicamente en el antiguo Luis Casanova. El argentino y el africano pudieron ampliar la ventaja, pero no estuvieron acertados. No importaba. Tras quince visitas, el RCD Mallorca había ganado por primera vez en Liga en el coliseo che, el escenario de la dolorosa final de Copa celebrada una década antes.








