El pasado día nueve de septiembre, la Vanguardia publicaba un artículo titulado “Talent Millennial” en el que, entre otros contenidos, explicaba que “el año 2020 la generación millennial- los nacidos entre los años 80 y 90- representará el 50% de la fuerza laboral del planeta..”
El año 2020 está a la vuelta de la esquina y por eso no les va a quedar otra que cargar con el peso de los desaciertos de una generación anclada (en demasiados aspectos), en el pasado. Nuestra generación, la de aquellos que vivimos la transición democrática y todavía paseamos con rescoldos de ceniza en lo pies porque cuando éramos niños jugábamos en calles sin asfaltar en las que todavía quedaban los restos de refugios antiaéreos que habían cobijado alguna vez a nuestros padres y abuelos.
No vivimos aquella guerra pero la pudimos entrever en la mirada de nuestros mayores cuando alguna vez, de forma casual o provocada, se mencionaba. Ello nos ha marcado, ha marcado nuestra forma de trabajar, nuestra forma de vivir e incluso nuestra forma de hacer política. A veces tengo la sensación de que se toman más decisiones por despecho que por vocación de servicio a la ciudadanía, de otro modo no puedo entender ese anclaje absurdo al pasado y esa falta de visión de futuro.
Deberíamos aprender de los millennials, aprovechar su fuente de conocimiento e innovar a todos los niveles, público y privado. No podemos permitirnos llegar al año 2020 con una Administración Pública obsoleta en la que no veo ni una sola convocatoria de plazas dirigida a la innovación “mental”. ¿De que nos sirve dotar de medios tecnológicos a una Administración si cuando un ordenador deja de funcionar hay que esperar varios días para solucionar la avería o semanas e incluso meses para sustituirlo? ¿De que nos sirve una Administración que no cuente con un departamento encargado de supervisar todas las novedades tecnológicas para analizar su posible aplicación en los distintos departamentos y áreas a fin de agilizar la gestión pública?¿De que nos sirve seguir dotando presupuestariamente áreas que no sirven absolutamente para nada mientras otras agonizan con presupuestos y medios casposos de la época del dictador?
Ojalá los millennials sean dentro de poco la fuerza que cambie este panorama poco alentador. Lo he mencionado en otros artículos: estoy convencida que, lo que no habrá conseguido la historia política de nuestro País, lo conseguirá la revolución digital y tecnológica, porque tiene vida propia y no hay quien la pare.
