Grave error político en sa Feixina

Todo apunta a que el monolito del parque de sa Feixina tiene los días contados. Una vez que la junta de gobierno del Ajuntament de Palma ha aprobado los pliegos y el proyecto de demolición del monumento, solo resta su publicación en el BOIB y que mediante subasta se contrate la demolición y posterior pavimentación del recinto, que contará con 169.000 euros de presupuesto.

A la vista de la oposición política y vecinal al derribo, que parece ser bastante mayoritaria a la vista de las encuestas que se han publicado en diversos medios de comunicación y también de la movilización ciudadana en contra de tan drástica y definitiva medida, solo cabe calificar la decisión de grave error político cuyas consecuencias algún día se verán.

Actualmente el monolito de Sa Feixina ya no es un monumento fascista en honor de los tripulantes de un barco de guerra hundido

La perseverancia en el error del equipo de gobierno formado por PSIB, Més per Palma y SomPalma, que suman 16 concejales, amparándose únicamente en que tal medida forma parte de los Acords pel Canvi suscritos por los tres partidos, ignorando la negativa de los 13 concejales del PP (9) y de Ciudadanos (4), aboca a una polarización extrema en un asunto que todo el mundo creía superado cuando en febrero de 2010 la alcaldesa Aina Calvo optó por mantener el monumento erigido a la memoria del Crucero Baleares en la Guerra Civil, pero contextualizándolo y eliminando todo elemento que supusiera exaltación de uno de los bandos. Recordemos que entonces José Hila, el actual primer edil, era teniente de alcalde.

Actualmente el monolito de Sa Feixina ya no es un monumento fascista en honor de los tripulantes de un barco de guerra hundido. A ojos de la ciudadanía ya no tiene ningún simbolismo en aquel sentido, aunque hay quien sigue viendo en el monolito un símbolo de la dictadura franquista. Pero solo lo ven ellos. Ahora es un elemento patrimonial de la ciudad, como se ha encargado de recordar ARCA y derruirlo es atentar contra el patrimonio colectivo.

De continuar adelante con la demolición, los partidos que componen el gobierno de Cort deben pensar que se trata de una medida drástica que no tiene marcha atrás. Y que son muchos los colectivos que les advierten del error que están cometiendo. Lo razonable sería que recapacitasen a la vista del clamor popular y dejasen las cosas como están, dando por buena la solución que aprobó el gobierno municipal del PSOE en 2010.

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