Algún político balear ya retirado de la vida activa ve las elecciones del próximo 22 de mayo como un escenario nuevo, inédito, desconocido, que jamás antes había existido: el escenario de la falta de bisagra, de la ausencia de nadie en el medio robando votos a diestra y siniestra (a derecha e izquierda, literalmente). Efectivamente, jamás en el pasado se produjo una situación similar, tal vez exceptuado el año 91, cuando UM fue en coalición con el PP. Sin embargo, en aquel momento aún quedaba el CDS que, con el arrastre de Adolfo Suárez, fue capaz de llevarse bastantes votos en Palma, con lo que entró en el consistorio. Y, entrar en Palma significa tener una cuota importante en el conjunto de Mallorca. Pero hoy, la cuestión es mucho más sencilla: es PP contra PSOE y, marginalmente, en el medio, unos pocos partidos más que no son capaces de nada. Este escenario es beneficioso para el PP y también para el PSOE. Y es tremendamente dañino para la izquierda nacionalista, que tendrá cada día más difícil luchar contra la bipolaridad.
