La diputada Idoia Ribas, que se presentó como candidata de Vox a las elecciones autonómicas de 2023, logrando su escaño, ha anunciado que abandona el Grupo Parlamentario del que ella fue portavoz al inicio de la legislatura.
Tras cosechar un resultado espectacular y obtener ocho diputados, cinco más que en la anterior legislatura, Vox cuenta ahora con cinco representantes en el Parlament. Ya son tres los diputados que han abandonado el partido sin entregar su escaño: Xisco Cardona, Agustín Buades y ahora Idoia Ribas.
Ribas lleva tiempo denunciando ser víctima de “hostigamiento”, “acoso” y “mobbing”, lo que la llevó a darse de baja de Vox, aunque siguió en el Grupo Parlamentario.
Pero una discusión en público con la actual portavoz parlamentaria, Manuela Cañadas, en pleno debate presupuestario, ha precipitado su marcha para engrosar la lista de diputados no adscritos. La situación hace tiempo que era insostenible y la desvinculación absoluta de Idoia Ribas de Vox estaba cantada y era sólo cuestión de tiempo.
La situación hace tiempo que era insostenible y la desvinculación absoluta de Ribas de Vox estaba cantada y era sólo cuestión de tiempo
Idoia Ribas, Agustín Buades y Sergio Rodríguez constituyeron en 2024, al abandonar sus puestos de responsabilidad en el Grupo Parlamentario, la Asociación Avanza en Libertad. Aquello se interpretó como un paso más en el desmarque de la que había sido su formación y la creación de una plataforma alternativa que podría devenir en un nuevo partido político. Pero hace algunas semanas Rodríguez se apartó de Avanza en Libertad por discrepancias con sus dos compañeros.
Lo cierto es que Vox se muestra incapaz de resolver sus discrepancias internas de forma discreta y democrática, lo que genera inestabilidad parlamentaria de la que el Govern no ha sido ajeno.
Ribas sostiene que el partido “maltrata a gran parte de sus cargos electos, renuncia a gobernar en autonomías y traiciona su programa político”. No se trata de meras discrepancias, pues la crisis interna es profunda y no ha habido forma —ni voluntad— de atajarla.
Una formación que pierde más de un tercio de sus representantes en apenas dos años —sin que entreguen sus actas— proyecta una imagen de falta de liderazgo clamorosa, sensación de naufragio, poca disciplina y carencia de coherencia política.
Es preciso que Vox trabaje internamente para reconstruir un liderazgo territorial del que ahora carece, con un portavoz y un discurso distinto, dependiendo de la institución de que se trate. La inestabilidad que devora a esta formación condiciona la política balear y no para bien, precisamente.