El Ayuntamiento de Madrid ha armado la polémica: ha convocado unas plazas de bombero en las que exige una determinada resistencia, velocidad, etcétera, a demostrar en pruebas físicas, indistintas para hombres y mujeres. Varias mujeres se han quejado, aduciendo que, de esta forma, se están reservando las plazas a los varones porque son ellos quienes tienen más capacidad física para superar los obstáculos. Las mujeres, al menos algunas, piden que las pruebas se adapten para ellas. Algunas personas, en cambio, se preguntan si, en caso de un incendio con riesgo para las vidas de las víctimas, la resistencia ante las dificultades se adaptará a los diferentes sexos. En Mallorca, se ha criticado la decisión de Madrid, diciendo que esto no tiene precedentes, que las pruebas se tienen que adaptar a los sexos. Ayer, en Diario de Mallorca, la bombera mallorquina Ruth Planells, explicaba que es imposible lograr los mismos resultados que los varones si no se adaptan las pruebas. Y añadía que no adaptar las pruebas es discriminatorio “porque no somos iguales y no se nos ha de pasar a todos por el mismo cedazo, a no ser que el cuerpo tenga claro que no quiera mujeres”. Otros, en cambio -como yo mismo-, opinamos que todo está muy bien, pero yo no quisiera estar en un incendio explicándole a la puerta que interpone entre la salvación y la víctima, que tiene que oponer menor resistencia a una bombera que a un bombero, para no discriminar.
