Por la bajada de precios

La algarroba balear pierde fuelle y su recogida cae un 20 por ciento

La algarroba balear pierde fuelle: la recogida cae al 50% por la bajada de precios y una plaga

El campo balear se resiente. La campaña de la algarroba de este año caerá un 20 por ciento en comparación a su producción habitual. La caída del precio del garrofín y la irrupción de la plaga del xylosandrus han puesto contra las cuerdas a un cultivo tradicional que busca reinventarse con nuevos productos de consumo.

La campaña de la algarroba en Baleares encara uno de sus peores balances de los últimos años. Si en una temporada normal se recoge en torno al 70 por ciento de la producción, este 2025 apenas se alcanzará el 50 por ciento, según ha advertido la Associació de Trossejadors de Garrova de PIMEM.

La presidenta de la entidad, Juana Verger, apunta a dos factores que han lastrado al sector. "La bajada del precio del garrofín y la expansión de una plaga de xylosandrus" han sido los principales causantes explican en su comunicado. Este último, es un insecto que perfora la madera de los árboles y debilita su producción.

La Associació de Trossejadors de Garrova de PIMEM estima que se recogerá sólo el 50% de la algarroba disponible debido a la caída del precio y los efectos de una plaga que afecta a la plantación

En cuanto a la cotización, Verger ha considerado que los precios se moverán entre los 0,42 y los 0,47 euros, dependiendo de si la algarroba es ecológica o convencional. Una cifra alejada de los picos alcanzados años atrás, cuando la goma de garrofín disparó la demanda. “La bajada del precio es debido a que en su momento hubo una gran subida por el uso de la goma de garrofín, pero el mercado encontró sustitutivos y en 2022 la bajada fue inevitable”, ha asegurado.

DAR MÁS VALOR AÑADIDO AL FRUTO

Con todo, desde la asociación confían en que el futuro pase por dar más valor añadido al fruto. Harinas, chocolates de algarroba y un mejor aprovechamiento de la pulpa se presentan como vías para recuperar el precio del troceado y sostener la viabilidad del sector.

En el frente agrícola, la plaga ha obligado a los productores a esperar al final del ciclo productivo para poder actuar sin dañar el fruto. “Para actuar hemos tenido que esperar a que terminase el ciclo productivo y así no infectar el fruto”, ha afirmado Verger, que advierte de la fragilidad de un cultivo tradicional de las islas que ahora lucha por mantener su peso en el campo balear.

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