Siempre he pensado que la memoria colectiva es corta. Transcurren los acontecimientos y al cabo de poco tiempo no nos acordamos hasta que alguien se encarga de recordar lo que determinada persona dijo en relación a determinada cuestión sobre la que ahora opina lo contrario.
Recientemente se ha publicado que el ciudadano Iglesias ofreció la presidencia del gobierno al señor Sánchez con la condición de que el fuera vicepresidente del mismo gobierno y que contaría, naturalmente, con el apoyo del grupo parlamentario que habita en el gallinero del hemiciclo.
Inmediatamente los medios de comunicación recuperaron unas declaraciones del ciudadano Iglesias en el que, con la vehemencia habitual, manifestaba que no sería miembro de ningún gobierno que no fuera el presidido por él.
Pues bien, como no son posibles las dos cosas a la vez, en alguna de ellas miente. Personalmente creo que mentía en la primera porque lo dijo cuándo ambicionaba ser presidente del gobierno (imagino que aún lo quiere ser) y le daba igual el medio que tuviese que aplicar para alcanzar esa meta. El señor Iglesias, salvo ir vestido de camarero a la reunión con el Jefe del Estado (con todo el respeto a los camareros) -creo que los uniformes dignifican los oficios y a las personas-, le veo como un político como todos.
Casta pura y dura en su argot. No ofrece nada diferenciado más que modos y maneras de dudoso gusto. No veo otra diferencia, salvo la ya señalada, respecto de otros líderes que no sea el no llevar corbata. Su discurso está dirigido a convertirse en miembro del gobierno que a diferencia de sus conmilitones de Baleares que son oposición apoyando al gobierno (una verdadera contradictio in terminis).
Ya puestos a hablar del gobierno autonómico no puedo evitar recordar la fina ironía de la Presidente Armengol cuando declaró que preside un gobierno estable y que el ciudadano Sánchez debe seguir ssu senda. Va a dar tardes de gloria a los periodistas la Presidente. Volviendo a la vestimenta del ciudadano Iglesias en su visita al Jefe del Estado, hace unos días la más importante locutora de radio de Baleares me hizo ver lo bien vestidos que iban los periodistas que cubrían la información de la Casa Real; aunque sólo fuese por respecto a esos trabajadores y no por respeto a la jefatura del estado, el ciudadano Iglesias debería haber aceptado la chaqueta y la americana que a buen seguro le ofrecieron en la puerta de la Zarzuela. Esa foto también permanecerá sine die en las hemerotecas.
Que pasen un buen día.