La dejadez de la salud pública

Cuando observamos el imparable aumento de la esperanza de vida tenemos la tendencia de magnificar la influencia de la atención médica. Por ello, a pesar de los grandes, continuados e impactantes avances médicos, no podemos olvidar, que según los expertos, el 80% de la salud de las personas viene determinada por el estilo de vida, el entorno en el que vive y por las circunstancias sociales que las rodean.

De hecho, solo un 10% viene marcada por la base genética individual. El diez por ciento restante depende de la asistencia sanitaria que se recibe. La define el sistema sanitario. No en vano, para expresarlo de una forma gráfica, se afirma que la “cantidad y la calidad de vida” viene determinada, de una forma más significativa, por nuestro distrito postal -por el DNI-, que por nuestros propios genes ( el DNA).

Esta introducción viene a cuenta en la medida que estamos olvidando que las poblaciones saludables se garantizan más por las políticas de salud pública que por los propios servicios sanitarios asistenciales.

Si la administración fuera consecuente con esta realidad se esforzaría, de forma prioritaria, en la definición y aplicación de políticas facilitadoras de la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y mejora de las condiciones de vida saludables

A modo de ejemplo y sin ánimo de ser exhaustivo, no permitiría el bochornoso espectáculo de los constantes vertidos de aguas fecales en el mar. Afecta, periódicamente, a la práctica totalidad de las cuencas marinas del archipiélago e invade de bacterias coliformes todo el litoral. No permitiría la permanente contaminación de los acuíferos naturales por nitratos; y por tanto no retrasaría, durante lustros, la puesta en marcha de desaladoras ya instaladas. Si las autoridades fueran coherentes, realizarían las inversiones necesarias para potenciar, de una vez por todas, la reutilización de las aguas residuales depuradas para riego, aumentando la cantidad de agua potable disponible, reduciendo el riesgo de racionamiento y potenciales cortes.

Tampoco permitiría la involución de las políticas de residuos sólidos urbanos, otrora ejemplares. La recogida es deficitaria y los vertidos incontrolados se han generalizado. Los efectos sobre el aumento de roedores y de plagas de insectos directa. No mostraría una manifiesta falta de transparencia y de información sobre la seguridad de las escorias utilizadas para obra y mobiliario urbano. Su debilidad crea incertidumbre e inseguridad, de forma innecesaria, en la población.

A su vez, evitaría las deficiencias y la asimetría territorial en las campañas poblacionales de prevención del cáncer.

La dejadez en las políticas de salud pública es notoria, la falta de liderazgo palmaria y la descoordinación absoluta. Se ha iniciado el segundo mandato con todos estos temas en el aire.

Las administraciones dependen de los mismos partidos pero la falta de cooperación es evidente. Desde 2015 disponen de mil millones de euros anuales más, por el aumento de los ingresos, para dedicar a sus políticas prioritarias. ¿Qué parte de la problemática no han comprendido? ¿A que esperan para proponer soluciones?.

Recuerda el dicho popular de “dime de qué presumes y te diré de que careces. Las promesas no acompañadas de hechos son manifiestamente insanas para la población. ¡Y lo saben!

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