Este sábado conocían los lectores de mallorcadiario.com la anómala situación que provoca que, desde hace 10 meses, la representante de Podem en el Consejo de Dirección de IB3 viva en Asturias y participe de las reuniones del máximo órgano de dirección del ente público a través de 'skype'. En realidad la consejera interviene poco porque su actividad se limita a aquellas votaciones en que es obligado el pronunciamiento del Consejo, lo cual se entiende si su actividad diaria (la gestión de un hotel rural a mil kilómetros de distancia) no pasa por estar al día de los temas que afectan a IB3. No es una circunstancia ilegal, pero demuestra la poca consideración que una formación como Podem tiene hacia el ente público, especialmente cuando sus dirigentes tánto han hecho por controlarlo y organizarlo como herramienta política.
La noticia saltaba a la luz 48 horas después de conocerse las audiencias del mes de enero, en las que IB3 cosechó el peor arranque de año de toda su historia. La televisión acabó enero con un 2,5 por ciento de cuota media, lo que equivale a 4.000 espectadores. Enero ha sido tradicionalmente un buen mes para la autonómica balear, con retrasmisiones como las de la Cabalgata de Reyes, Sant Antoni o el Pi de Pollensa, que siempre han elevado la media mensual de audiencia por encima del 4 y hasta el 7 por ciento hace unas pocas temporadas. Este año, no fue así.
El problema de enero, sin embargo, no hace más que demostrar una línea descendente en la aceptación popular de IB3 que se remonta a hace bastante más de un año. La apuesta de programación de la actual dirección (curiosamente estrenada fuera de temporada en abril del año pasado) no ha tenido el seguimiento deseado y ha arrastrado a programas como los informativos a índices nunca vistos con ceros técnicos en algunas de sus emisiones.
Es cierto que IB3 Televisió se encuentra sometida a una contención económica que la sitúa como la autonómica con menor presupuesto: 32 millones de euros con los que es difícil producir programas que compitan con otras cadenas y permitan aumentar el número de espectadores. Pero también es cierto que con 4 millones menos de presupuesto, hace tres temporadas, la audiencia era el doble.
La situación hace mella en el ambiente interno de la televisión, donde ya se ha levantado la veda para criticar públicamente a la actual dirección, de la que los trabajadores destacan su falta de experiencia en el medio televisivo; además de otros desajustes que han llevado al propio comité de empresa a afirmar que, con la actual gestión, se vive el peor ambiente laboral de los casi catorce años de vida de IB3.
Con todo ello, no son pocos los que ven peligrar la continuidad de IB3. La solución para que esto no ocurra, y que tantos esfuerzos no caigan en el vacío, está en manos de los políticos y de los gestores directos del ente público, quienes aún tienen margen para hacer de IB3 una televisión que refleje la sociedad real de nuestra comunidad y que se desarrolle en un marco profesional de máxima competencia. Se lo deben a los ciudadanos que la sustentan y a los trabajadores que siguen esforzándose cada día.





