SANIDAD | LA JERINGUILLA

La aventura de llegar a Son Espases

Esta semana me cuelo entre mis compañeros, El Paciente observador y la Doctora de Guardia. Les he pedido un pequeño espacio para relatar mi aventura, porque llegar a Son Espases utilizando el transporte público es algo digno de contar, a ver si a nuestros políticos municipales se les enciende una lucecita en su cerebro y consiguen ver la luz. Les confieso que siempre he defendido los viajes en autobús, metro o tren, tanto por economía como por salud, ya que buscar o pagar aparcamiento se hace tan cuesta arriba y provoca tanto estrés y tantos nervios que es mejor dejar el traslado en manos de la cosa pública. Pero acabo de tragarme, con quina, todos mis argumentos a favor de viajar en transporte público, al menos hasta el hospital Son Espases, porque los recorridos son demenciales y la frecuencia incomprensible. ¿Cómo se puede tardar 20 y hasta 30 minutos de un autobús a otro? ¿A quién se le ha ocurrido tamaña genialidad? Si uno entrar a trabajar a las ocho tiene que salir a las siete, o antes, de su casa para un recorrido que en coche no va más allá de los 10 minutos y si tiene suerte llegará a tiempo, porque como se descuide, encima lo hará tarde. ¿Esto es un servicio público o una burla a los ciudadanos? Dejo en manos del paciente y la doctora el análisis sanitario de lo que está sucediendo en el nuevo hospital, el mismo que el señor Antich y el señor Thomàs denigraron antes todos los ciudadanos, pero como usuario de una o dos de las líneas de la EMT que llegan a Son Espases me niego a que me tomen el pelo. Lo de la frecuencia es para hacer una huelga de usuarios. Como se nota que esta gente no coge nunca el transporte público, porque si por 10 segundos pierdes un autobús te queda entre 20 y 30 minutos de espera, eso cuando no pasa de largo o simplemente no pasa. ¿Quién ha diseñado estos recorridos y decidido el intervalo entre autobuses? Seguro que alguien que no sabe ni como se pasa una tarjeta ciudadana. Pero, mientras tanto, yo, un usuario indignado, por no decir otra cosa peor, he tardado una hora, una, desde la zona de Es Fortí hasta el hospital, el mismo tiempo que tardo en ir a Madrid en avión. Y me pregunto si ésta es la forma de animarnos a coger el transporte público, porque desde ahora mismo les aseguró que nunca más, iré en autobús a Son Espases. -Esto es indignante -me dice una señora que espera junto a mí- no sé cómo puede tardar tanto. -No tienen vergüenza -comenta otra-, deberían quitarles los coches oficiales a todos. -Con el buen servicio que tenía Son Dureta -apostilla un señor mayor- y ahora tener que aguantar esto. -Voy a ver a mi suegro, ¿sabe usted? -me asegura una de las que ha iniciado la conversación-, pero como el autobús siga sin venir, voy a tener que marcharme de nuevo a mi casa, porque el tiempo que tengo se me va entre ir y venir. Y tienen razón. Yo, por mi parte, cogeré el coche, contaminaré lo que haya que contaminar, consumiré gasolina aunque se agoten los recursos y la crisis del petróleo se agrave y dejaré que las autoridades sigan malgastando nuestro dinero en estas líneas, pero eso sí, los responsables que no esperen mi voto en las urnas.

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