SANIDAD | LA JERINGUILLA

Sobredosis de brebaje

El otro día volví a tener un problema con la lista de citados. Me tocó llamar a Cachingh Pungh. Como ya estoy acostumbrada, le llamé con toda tranquilidad, y en lugar de un chino, me entraron por la puerta un mogollón de chinos. Les dejé pasar a todos, porque yo, mientras no molesten, dejo entrar a todo el mundo, y los chinos, en general, no molestan. Era un adulto de edad indeterminada, pero cuando abrí la historia clínica, vi con sorpresa que venía con una tarjeta sanitaria de un niño de doce años. De todos modos, como antes de explorar a alguien no puedes saber si lo que le pasa es importante o no, no quedaba más remedio que atenderle para no acabar en el banquillo de los acusados. Si cotiza o no, es lo de menos, ya pagamos los demás por él.... Entonces, sin mediar palabra, me enseñaron un frasco con los restos de un mejunje. Uno de los chinos, que hacía de traductor, pero prácticamente había que entenderse con él por señas. Me explicó, o creo yo que me explicó, que el falso Cachingh Pungh se tenía que tomar tres gotas de aquel brebaje y se había bebido todo el bote. El problema vino cuando intenté descifrar lo que contenía el frasco, y me encontré con que estaba todo escrito en chino y, claro, no entendía nada. Entonces le dije al traductor que me lo tradujera, pero no debía saber como hacerlo, porque me siguió repitiendo: “No tle gota, tolo entel”. Ante el problema, lo único que se me ocurrió fue oler el contenido del recipiente, y, la verdad, que me pareció que olía bastante raro, pero mi olfato no fue capaz de catalogar aquel olor. No me dio ninguna pista. ¡¡...Lástima no ser un perro...!! Como a mí no me enseñaron telepatía en la facultad, pregunté que para qué se lo había tomado, que si le dolía algo o qué era lo que le pasaba, pero la contestación fue: “bebilo tolo entelo, no tle gota”, vamos, que no me entendía. Aparentemente, el falso Cachingh Pungh estaba bien, pero vaya usted a saber lo que se había tomado. Lo siguiente que se me ocurrió fue tomarle todas las constantes a ver si conseguía alguna pista, pero también las tenía bien, con lo cual seguí sin salir de dudas porque a lo mejor todavía no lo había metabolizado...No conseguí averiguar a qué hora se lo había tomado. Intenté interrogar al susodicho pero el intento fue fallido porque me miraba muy sonriente y asentía a todo lo que le decía, pero nada más. También intenté que alguno de los otros acompañantes aportara algo más de información, pero tampoco tuve éxito, mucha sonrisita pero nada más. ¡Tanto catalán para esto! El siguiente paso era llamar a Toxicología, pero no podía decirles que tenía delante a un tropel de chinos con un frasco de un brebaje escrito en chino que decían que un falso Cachingh Pungh con una tarjeta sanitaria ajena se lo había bebido entero, porque no me iban a dar ninguna información. Más bien, se iban a acordar de todos mis muertos. La siguiente opción era intentar enterarme de si el falso Cachingh Pungh había hecho un intento de autolisis, porque en ese caso, lo tenía que derivar a Psiquiatría, pero menudo marrón le enroscaba yo al psiquiatra, porque mandarle a un chino que no sabe hablar con un traductor que habla por señas y con una historia clínica falsa era un fracaso seguro. Era una manera de escurrir el bulto, pero no una solución, y mis muertos seguirían sin quedar indemnes. Pero por la cara de felicidad del interfecto, parecía difícil que estuviera deprimido, entonces interrogué al traductor, pero no saqué ninguna conclusión, porque seguía repitiendo: “tle gota no, tolo entelo”. Además, ¿dónde escribía yo lo que pasaba? ¿En la historia clínica del titular de la tarjeta? Si lo incluyo, después no lo puedo borrar, y si no lo incluyo, no queda constancia de nada y si pasa algo, yo no me podré defender. ¿Y si el impostor se muere? ¿Darán por fallecido al verdadero Caching Pungh y se quedará sin tarjeta? A todo esto, había un montón de gente esperando. Gente, que en la mayoría de los casos lleva toda la vida arrimando el hombro y contribuyendo a la causa para acabar siendo los últimos de la fila. Y en la facultad siguen sin enseñar telepatía...

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