La ONU en el fútbol

Me llama la atención la ligereza con la que se aplica la nacionalidad de los clubs de fútbol en función de los países en los que compiten. Una costumbre que podía valer en sus principios y durante años, pero que ahora ha tomado formas curiosas a raíz de la invasión de empresas y empresarios de toda índole. Si tomamos como ejemplo los ocho equipos que disputarán los cuartos de final de la Champions League, tanto el capital del Liverpool como el de la Roma es norteamericano y el del Manchester City, árabe. Menos mal que el Real Madrid, el Barça, el Sevilla, la Juventus y el Bayern se mantienen en manos nativas, con la particularidad de que algunas acciones sevillistas están participadas por sus propias peñas.
Pero si echamos un vistazo a sus plantillas, el paisaje se difumina hasta el punto de tener que rebuscar futbolistas no extranjeros y no hablamos de aquellos que ocupan o no plaza como tales, sino sencillamente procedentes de países distintos al de sus clubs. En el equipo que entrena Guardiola hay 20 jugadores no británicos; en Anfield, 16. Si nos vamos a Alemania, Jupp Haynkes tiene a sus órdenes a 14 foráneos, el más discreto. En Italia, la familia Agnelli ha contratado a 16 transalpinos, mientras que en la capital romana pululan nada menos que 23 tripulantes de allende los mares.
Por lo que respecta a España, el Real Madrid apunta a la paridad, con 12 españoles en un plantel de 23; en el Sánchez Pizjoán la proporción sube de 16 entre 25, mientras que la Masía solo 8 tienen pasaporte español frente a los 16 restantes de diverso orígen.
¿Equipos españoles, ingleses, italianos y uno alemán?. Vale, hagamos una concesión aunque sea entre sonrisas y un salvoconducto para la duda.
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