Las caras de la precariedad

Los cinco años de crisis económica están deteriorando la calidad de vida de los ciudadanos hasta extremos insospechados. El porcentaje de ciudadanos que se queda bajo los índices de la  pobreza es importante, no hace sino crecer y ya está afectando de lleno a la clase media. Los instrumentos del estado del bienestar en forma de pensiones, prestaciones no contributivas y subsidio de paro han servido para amortiguar, en primera instancia, los efectos sobre las necesidades básicas de una gran parte de las familias. Sin embargo, la capacidad de los fondos destinados a tal fin están llegando a una situación límite. La paralización de la actividad económica y el paro, se comportan como estructurales. La recuperación de nuestra economía y del empleo resultan cardinales para invertir el drama social. Cada sector, comparte las difíciles condiciones generales y tiene sus propias particularidades. El sector sanitario no es una excepción. La situación más dura la sufren los ciudadanos enfermos por el doloroso aumento de las esperas. Los profesionales en activo han contribuido directamente con la reducción de su sueldo, pagas extras, complementos de carrera profesional, anulación de días de libre disposición y el aumento de la jornada laboral. La reducción media estimada del sueldo de un profesional sanitario es del 30%, lo que ha de haber permitido limitar de forma equivalente la partida correspondiente, hasta equipararla a la de 2008. Ninguna profesión sanitaria se queda al margen de la crisis. Cuando analizamos su situación observamos que el paro en los Diplomados en Enfermería ha aumentado un 30% y lidera la emigración sanitaria; el paro entre el colectivo de Odontológos es del 22%; los médicos, al finalizar la residencia tras 11 años de formación, tienen dificultades extremas para encontrar empleo, incluso precario. Según los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el sector de la medicina se encuentra dentro del catálogo de ocupaciones de difícil cobertura. Lo mismo  se puede afirmar de los Técnicos Sanitarios, Auxiliares de Enfermería,.. Tampoco se libran los trabajadores de la industria farmacéutica. La reducción drástica de los precios autorizados de los productos farmacéuticos, que en algunos casos se han quedado al nivel del año 2003,  se ha traducido en regulaciones de empleo sistemáticas. Esperamos que la supuesta reactivación de la que tanto se habla no se quede en un espejismo y se convierta en realidad; que la política de recursos humanos sea más realista, que las medidas de mejora de la gestión tengan resultados tangibles y que de una vez por todas se reduzca el número de políticos. Todas las medidas son necesarias y ninguna de ellas precisa de forma prioritaria, en exclusiva, más financiación. Todas ellas necesitan, sin embargo, una mayor dosis de dignidad y de  profesionalización de la cosa pública.

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