En plena deriva, con las derrotas goteando sin cesar y una sensación de pánico efervescente, el Mallorca se agarra a lo poco que todavía le queda en pie. Acaso la hoja de servicios de su entrenador, que habla de un tipo que es una garantía en situaciones de este perfil; o que los servicios médicos van tachando nombres de la pizarra; pero sobre todo se aferra a los puntos que sumó en el inicio de curso y al momento en el que se está desangrando. Es evidente que no es lo mismo hacerlo a estas alturas de la película que cuando la Liga se está cocinando, porque afortunadamente todavía hay posibilidad de recuperar la verticalidad.
Es lo que poco que este Mallorca puede echarse a la boca ahora mismo, confundido como está por la sucesión de malas noticias que acumula. El equipo está desnortado, ha perdido la brújula y los cambios de posición y fichas que introduce Caparrós en busca de resultados no prosperan. Es loable la intención del técnico por encontrar el once que salga del fango, pero hasta ahora sus decisiones han sido erráticas. Víctor anda perdido en la banda, Gio parece fuera de foco y a los centrales se les acumula el trabajo. Tampoco anda bien Aouate, por más que sea ya un icono del mallorquinismo y su calidad sea indiscutible. Así que la Copa puede ser una buena salida para el laberinto de la Liga, del que hay que salir cuanto antes.
@xiscocruz en twitter
