Hay risas, complacencia y buenos modos en el entrenamiento del Mallorca. No es para menos después de derrotar a uno de los gallitos de la temporada, el Athletic, candidato a jugar competición europea. Que lo disfruten, porque a partir de la semana que viene les llega lo peor del calendario con cuatro encuentros de esos que pueden marcar toda una temporada. Lo que les espera, lo que nos espera, porque juega fuera contra Real Sociedad y Español, y dentro contra Barcelona y Valencia. Son cuatro jornadas para afianzarse en ese puesto cómodo de mitad de la tabla o volver a la incertidumbre de los puestos que bordean el descenso. El año pasado por esta misma jornada el Mallorca estaba en competición europea con 37 puntos. Los tres equipos que descendieron lo hicieron con 36 y 34 puntos. O sea, que teóricamente al Mallorca del 2011 le faltan siete u ocho puntos para abordar las últimas jornadas con cierta tranquilidad de permanencia. Cualquier punto que consiga en las próximas cuatro jornadas va a ser un punto para poder soñar, porque al final siempre se pierden algunos contra los equipos considerados más débiles o que necesitan imperiosamente eludir el descenso anticipado. Es lo que pasa con este Mallorca, que hay que estar mirando al campo, al marcador simultáneo, al calendario y a la calculadora. Es lo que ha dejado la imagen de un mes de enero terrible. Menos mal que ahora, en febrero, los jugadores ríen, se siente bien, están crecidos. Pero el espectador entregado, el sufridor, no acaba de sacudirse la imagen de un Mallorca capaz de alguna proeza y de lo peor. Ahora parece que toca sufrir.
