Los errores también deciden

Los triunfos no siempre llegan como producto de los aciertos propios, sino de las equivocaciones del contrario. De ahí que, por ejemplo en el tenis, se contabilicen los errores no forzados. Hoy los mallorquines aficionados al motociclismo y sus numerosos fans peninsulares celebran la coronación de Jorge Lorenzo como campeón mundial de GP por tercera vez y la patada, desliz o reflejo –que cada cual lo disfrace como quiera- de Valentino Rossi no resta un ápice de mérito al piloto palmesano. Si contáramos las victorias que Rafa Nadal ha obtenido por fallos adversos o, en cualquier partido de fútbol, los goles anotados por yerros defensivos, abarcaríamos toda una “cristalería”.

Cuando tropiezan ambos contendientes, es establece el empate. Eso ocurrió el sábado en Son Moix. El Mallorca salió con la alineación menos idónea, por lo que actuó handicapado una gran parte del encuentro, y el Zaragoza desaprovechó clamorosas ocasiones de gol. Ferrer insiste en Pereira, un futbolista que dificilmente aportará ya más de lo que ha hecho a lo largo de todos estos años aquí y fuera de aquí, en detrimento de jugadores más resolutivos como Brandon, por encima de todo, o el propio Moutinho. Quizás pensando que ha encarnado en Campabadal la nueva figura de extremo-defensa, ignorando que los años convierten a delanteros dudosos en buenos defensores, pero nunca ha sucedido al revés. Podríamos discutir el posicionamiento de Bianchi, excesivamente retrasado, pero no su espíritu de lucha. El italiano, incansable pero lento, ya no es capaz de estar en misa y repicar a la vez. Habría que tenerlo en cuenta.

El fin de semana se inició con la derrota de Nadal ante Wawrinka, al que había vencido en Basilea haca pocos días. El caso es que el de Manacor, sensiblemente mejorado respecto a unos meses atrás, incurre en erratas que no le eran propias. Ha recuperado sensaciones, si, pero ha perdido seguridad y, con ello, algo de la entereza mental que le hizo superar cuantas adversidades se cruzaban en su camino. Fue el número 1. Probablemente no vuelva al primer escalón del Olimpo, pero ni se pude olvidar el pasado, ni tampoco despreciar el presente. Insiste, que algo queda.

Hoy la referencia es Lorenzo. Ganó la última prueba de la temporada con una estrategia clara: no cometer errores. Firme, seguro, sin arriesgar. No se puso nervioso ni al verse mínimamente apretado por Márquez y Pedrosa. Sabía que, técnica y estadísticamente, era casi imposible que Rossi pasara de la cuarta posición. Puede que sin el episodio de Malasia se hubiera tenido que conformar con el subtítulo. Pero si en deporte hay que considerar incluso los pequeños detalles, mucho más los grandes. Il Dottore, en los estertores de su carrera, ha tenido un mal perder. Jorge, por el contrario, ha sabido ganar.
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