Un rayo de esperanza, la luz al final del túnel y hasta los zapateriles brotes verdes emergen al fin en la política balear. Olvídense ya de la dichosa pandemia, que son ustedes muy obsesivos, se engorilan con cualquier virus chino y se empeñan en contar fallecidos y en exigir cosas irracionales a nuestros dirigentes, como esa bobada de que piensen.
El nuevo debate en el ágora isleña, el que viene a insuflar oxígeno al catatónico estado en que ha estado sumido nuestro Parlament llega, cómo no, de la mano de Unidas Podemos y sus huevos.
El joven diputado podemita Alejandro López, cuyo currículum contiene frases memorables como la de que "me apasiona la ciencia ficción y la fantasía épica, así como los videojuegos masivos online, gestionando grandes grupos de jugadores que compartían objetivos similares", ha anunciado en rueda de prensa una proposición no de ley con la que su grupo pretende que el Govern -del que forma parte- establezca como condición contractual en todos los pliegos de comedores públicos de colegios, establecimientos sanitarios y transportes que solo se utilicen huevos de "gallinas criadas libres de jaulas", desterrando los de aquellas desdichadas que todavía soportan la esclavitud de las capitalistas y heteropatriarcales granjas avícolas.
Si Abraham Lincoln ha pasado a la historia como el presidente estadounidense que terminó con la lacra de la esclavitud humana en los países occidentales, Alejandro López quiere hacer lo propio con las gallinas. Arriba pollas de la Tierra, en pie famélica legión, atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión. Épico, como la fantasía que apasiona a nuestro ínclito diputado y con la que ocupa sus muchas horas de ocio mientras gestiona grandes grupos de jugadores que comparten objetivos similares.
Hay que aclarar que la humanidad -opulenta legión- ha sido ya totalmente redimida por el Govern del Pacte. No queda un solo afectado por el COVID-19, las UCI hace meses que son un destino deseado por cualquier sanitario que quiera relajarse y estudiar oposiciones en su tiempo de trabajo, el paro es un mal recuerdo de las épocas en que gobernaba la derecha, los bares cotizan en bolsa, nuestros jóvenes baten impensables récords de número de titulados universitarios y acceden a envidiables salarios en su primer empleo, el mercado inmobiliario cubre todas nuestras necesidades a precios irrisorios y hasta los pedigüeños del Este de Europa y los manteros subsaharianos han progresado tanto que ahora comandan como CEOs organizaciones benéficas y empresas de distribución de productos de consumo. Incluso los antiguos camellos de Son Banya y La Soledat son ahora reputados farmacéuticos que trabajan para Pfizer y Astra-Zeneca. El paraíso del proletariado est arrivé.
Así, se entiende perfectamente que la izquierda se divida el resto de especies del planeta para salvarlas progresivamente de las injusticias que aún padecen. Y en esta distribución de objetivos, a Unidas Podemos le han tocado las gallinas, para las que me atrevo a sugerir, además, un sueldo digno, un gallinero con estanque en Galapagar, una jornada reducida y una jubilación anticipada que les permita disfrutar de las mieles de la nueva realidad.
Y no estaría de más que las propias gallinas se autogestionasen y se estructurasen en círculos gallináceos, para evitar retrocesos. Hasta tengo pensado el nombre de su organización: Unidas Ponemos.
Manda huevos.