La playa de Magaluf (Calvià) luce diferente este verano. Las tumbonas, antes repletas de turistas británicos —pintorescamente ruidosos y eternamente con una cerveza en la mano— están ahora ocupadas por familias bajo el sol, grupos de jóvenes valencianos celebrando el fin de los exámenes, y turistas franceses e italianos paseando sin prisa por un renovado paseo que ya no vibra ni huele con la misma intensidad.
Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, marca un cambio profundo en el turismo de la zona. Más de 2,3 millones de británicos visitan Mallorca cada año, representando el 26% del total de turistas, pero la relación con Magaluf ha cambiado. El desencanto es mutuo, y ahora los jóvenes británicos prefieren otros destinos, dejando atrás el ruido de Punta Ballena.
De “500 metros de vergüenza” a zona en transición
La zona de Punta Ballena fue definida en 2014 por el entonces presidente balear, José Ramón Bauzá, como “500 metros de vergüenza” tras el escándalo de una joven británica engañada para participar en actos sexuales públicos, como publicó en primicia mallorcadiario.com. Desde entonces, las autoridades de Baleares iniciaron una cruzada para acabar con el “turismo de borrachera”, imponiendo multas de hasta 50.000 euros por saltos desde balcones, restricciones al alcohol en hoteles y sanciones de hasta 1.300 euros por beber en la calle.
Estas medidas, endurecidas en 2023, cambiaron las reglas del juego. Los bares cierran antes, los supermercados no venden alcohol de noche, y la fiesta constante dio paso a un turismo más moderado. Este proceso ha desplazado a los visitantes que antaño definían Magaluf.
“El tipo de cliente ha cambiado”
Juanma Colom, representante de CAEB en Magaluf-Palmanova y socio fundador de Oceans Beach Club, describe desde dentro lo que ya se percibe desde fuera: el perfil de turista ha cambiado y también lo ha hecho la manera de atenderlo.
En declaraciones a mallorcadiario.com, Colom señala que “el tipo de cliente ha cambiado, igual que la nacionalidad; ahora hay más franceses, pero también la oferta es otra”. Como ejemplo ilustrativo, apunta: “Antes éramos un bar de menú y ahora somos de carta”.
Este cambio no es solo gastronómico. “Los clientes ya no consumen tanta cerveza, ahora beben más combinados y cócteles”, afirma Colom, añadiendo que también ha cambiado el horario de consumo nocturno: “La gente viene más a hacer tardeo”, una tendencia que prioriza el disfrute vespertino frente a la antigua maratón nocturna.
Británicos desplazados por un turismo más calmado
Aunque los británicos siguen siendo clave en las cifras del turismo mallorquín, con más de 2,3 millones de visitantes al año, Colom reconoce que ya no dominan la noche de Magaluf. En su lugar, franceses e italianos han comenzado a ocupar ese espacio, aunque con costumbres distintas: menos ruido y menos alcohol.
El auge del turismo familiar británico ha sido paralelo. Ahora, segun comenta Colom, prefieren paquetes todo incluido, lo que limita su gasto en bares, restaurantes y tiendas del entorno. Esto ha obligado a muchos negocios a adaptarse o morir: cambiar el menú, modificar horarios o incluso replantearse el tipo de entretenimiento que ofrecen.
Hoteles que se adaptan a un nuevo modelo turístico
Las cadenas hoteleras han captado con rapidez el giro que experimenta Magaluf y han adaptado su oferta para atraer a un viajero más diverso, exigente y consciente.
Desde FERGUS Hotels señalan que el 50% de sus clientes siguen siendo británicos, seguidos por holandeses (10%), alemanes (9%) y franceses (8%). En el caso de tent Hotels, el reparto es más diverso: Reino Unido (30%), Francia (18%), Italia (11%) y un creciente número de turistas españoles.
La propuesta de valor de ambas marcas, afirman desde la cadena, radica en ofrecer alojamientos de calidad, renovados y adaptados a las necesidades actuales de los viajeros. Así, FERGUS Hotels cuenta con distintas líneas de negocio:
- FERGUS Club, enfocado al público familiar, con todo incluido, habitaciones amplias, piscinas, zonas infantiles y programas de ocio.
- FERGUS Style, una línea de gama superior, dirigida a adultos y parejas.
- Y los clásicos hoteles FERGUS, de inspiración mediterránea y adaptados a varios tipos de viajeros.
La cadena ha cerrado una alianza estratégica con Just Eat, permitiendo a los huéspedes pedir comida a más de 2.000 restaurantes locales, fomentando el descubrimiento gastronómico sin horarios fijos. Sus hoteles también cuentan con zonas lounge, gimnasios, piscinas, bibliotecas de intercambio y una app personalizada que incluye desde información turística hasta llave digital.
FERGUS Hotels y tent Hotels destacan así por su apuesta por elevar el valor turístico de la zona de Calvià, atrayendo un perfil de turista más moderno, respetuoso y sostenible.
Mallorca se diversifica pero no olvida a los británicos
El alcalde de Calvià, Juan Antonio Amengual, quiso lanzar un mensaje claro el año pasado: “Todos los británicos son bienvenidos en Magaluf”. Aunque reconoce ciertos comportamientos problemáticos, insiste en que no se trata de una “turismofobia” generalizada, sino de una búsqueda de equilibrio y respeto entre turistas y residentes.
¿Puede Magaluf sobrevivir sin el modelo del turismo de excesos?
La gran pregunta que sobrevuela es: ¿puede Magaluf reinventarse sin perder su alma? La transformación en curso sugiere un sí, aunque con matices. La apuesta por un turismo más sostenible, diverso y respetuoso puede ser una oportunidad para rediseñar su identidad.
Magaluf ya no es solo un destino de fiesta. Poco a poco, se abre paso una nueva narrativa de convivencia, respeto y calidad, donde la diversidad y la planificación a largo plazo se convierten en los pilares del éxito turístico. El viajero del futuro ya está aquí, y Magaluf ha decidido apostar por él.