Maniobras de escapismo

Tengo a veces la sensación de que los tiempos son cada vez más cortos. Cuesta encontrar tiempos, abiertos y generosos, no productivos. No estoy hablando de vacaciones. Las vacaciones “para recargar pilas” son al final espacios acotadísimos dentro de ese mismo esquema de productividad. Hablo de tiempos cotidianos para el esparcimiento, para la acción sin ambición, no el estar, la contemplación es pedir demasiado. Tampoco me refiero a estar en el momento presente tan manido por los manuales de autoayuda, si no hacer algo con la cualidad del explorador, del que prueba prestando atención. Y es raro porque tenemos muchas herramientas que nos hacen mucho más productivos, y por tanto, tendremos más tiempo. Pero ¿dónde está ese tiempo ganado? ¿por qué no tenemos más tiempo? ¿O quizás no se trata del tiempo si no de nuestro poder de decisión sobre él? ¿será que soy autónomo y me cuesta soltar? ¿la presión por la facturación? Puede que sí. Siempre se puede encontrar una nueva formación, un nuevo hito, perfilar aspectos de tu personalidad para convertirte en un mejor profesional. Difícil centrarme ahora en aspectos meramente técnicos, en la era de la IA hay que aprender ante todo a redactar buenos promts. Nada está a salvo de esta tendencia, no se trata solo de lo que haces, si no qué idea te empuja, qué te mueve. Es necesario parar. Apartarse.

Robert Louis Stevenson escribió un pequeño ensayo sobre esto “Apología de la pereza”, publicado por Siruela junto a otros textos. Esta pereza me interesa por su carácter liberador. No es vaguear, consiste en “hacer muchas cosas no reconocidas en los formularios dogmáticos de la clase dirigente”, escaparnos del rendimiento, la rentabilidad. Escapar del mercado, de la productividad, del análisis. Escapar de la lógica de las redes sociales, de sus métricas, de las audiencias, de los consumos, la permanente presencia del marketing, las ventas, la utilidad en todo lo que hacemos. Sustraerse de “la publicidad como promesa de felicidad y modelo de libertad” (Gunther Anders).

Todo esto es demasiado, por supuesto. Por eso hay que aligerar un poco y como decía, apartarse. Pienso que necesitamos, quizás por nuestro trato constante con lo digital, un poco de fricción. Se me ocurre, por ejemplo, aprender a tocar un instrumento, cuidar plantas o cocinar cosas de cuchara. Nada nuevo, pero sin posturear en instagram, en ese caso la cosa ya no sirve, porque entraría por la puerta de atrás todo lo del párrafo anterior. Sobre la jardinería y todo lo que le ocurrió entonces, Han escribió un libro que te recomiendo. Hacer estas cosas nos va a requerir tiempo y atención, de eso se trata al final, ahí está el tiempo con esa cualidad a la que me refería. Esquirol en “La escuela del alma” lo escribe así: “Nada es fácil, todo cuesta. Y cuesta hacer bien lo sencillo”. Grandes descubrimientos: “la buena repetición está al servicio de la diferencia”. Y a disfrutar del camino.