Por fin se han acabado las vacaciones Navidad-Findeaño-Reyes-SantAntoni-Sant sebastià, y no quiero amargar la depresión postvacacional hablando de temas importantes. Hoy toca divertimento, y por ello me voy a centrar en una información que se dio a conocer el pasado fin de semana.
No se porque no sorprendre que Marc y María sean los nombres que encabezan la lista del IBESTAT de nombres preferidos para poner a los recién nacidos. Y tampoco extraña que Alejandro y Lucía estén en puestos altos de la lista.
Ahora que recientemente hemos pasado Sant Antoni, observamos que el nombre de este eremita tan querido en Mallorca no consigue ocupar ningún puesto entre el top 16 y es superado por Adams, Mohameds, Izans y Joels. Tampoco las Margaritas, Antonias o Franciscas resultan atractivas para los progenitores, que se decantan más por Laias y Noas.
Todo son modas, y se agradece un poco haber superado la época de los Jonathans, Kevins, Jessicas, Jennifers y Vanessas. Al menos, los nombres que se estilan ahora no nos recuerdan a los Vigilantes de la Playa; con todos mis respetos hacia las personas que se llaman así.
Lo que llama un poco la atención es que no exista un retorno a nombres que con los siglos quedaron en desuso en Mallorca tales como Constança, Violant, Onofra, Sanç, Berenguer o Dionís por ejemplo. Ahora que se presta a buscar la diferencia, no sería nada raro que se empezaran a ver.
Aunque, si algo no puede pasar hoy día es que a una recién nacida le pongan por nombre Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad. La ley sólo permite como máximo un nombre compuesto o dos de simples, así es que no se pueden repetir casos como el de Alfonso XII cuyo nombre estaba compuesto a su vez por medio centenar nombres.
Es lógica tal restricción, además, sabiendo que a aquella inscrita como María de la Inmaculada Concepción acaba por ser llamanda “Cuca”.





