BEATRIZ DÍEZ MAYANS.- Se trata del sueño de Sarah Sunders, una mujer de esas que no te dejan indiferente. Todo un ejemplo de amor, bondad y generosidad hacia los demás. Una de esas personas que toda sociedad necesita, sobre todo en una comunidad como la nuestra donde cada año se abandonan más de 16.000 perros y gatos.
Su gran debilidad son los animales, sobre todo los más indefensos como “los viejecitos o los que tienen algún tipo de enfermedad o minusvalía” cuenta. De hecho su gran sueño es “crear un centro de rescate y rehabilitación para perros con problemas donde puedan pasar los últimos años de su vida en paz y tranquilidad”.
Un sueño que Sarah comparte con su marido. Y es que, como dice el refrán (en este caso algo adaptado a las circunstancias) detrás de una gran mujer siempre hay un gran hombre. En este caso se trata de Javier. Un mecánico de aviones de Air Europa que unió su vida a la de Sarah hace ya más de 25 años.
Desde entonces juntos han creado, no sólo una vida en pareja llena de admiración mutua tal y como reflejan sus miradas mientras hacemos este reportaje, sino un motivo por el que luchar hasta el final: rescatar animales abandonados y maltratados. Algo que hacen con auténtica devoción. Es más, incluso se han cambiado de casa. Dejaron el piso en el que vivían para trasladarse a una casa de campo que diera cabida a los animales que poco a poco iban cruzándose en su camino.
Así pues, actualmente, Sarah y Javier viven en una bonita y coqueta casa de campo completamente adaptada a sus necesidades y con terreno suficiente para los animales que viven con ellos: 6 perros, dos caballos, tres cabras y tres cerdos. Todos rescatados. Sin embargo, su lucha por los animales se extiende más allá de las fronteras de su vivienda. Cada día ayudan a más de 30 perros rescatados donde el maltrato y el abandono son los principales protagonistas de sus historias.
Sarah y Javier con sus seis perros
Así pues, podríamos hablar de Jessie, una perra sorda abandonada en un contenedor de basura cuando era un bebé. O de Sofie, una cocker que, lamentablemente, falleció hace poco y que vivió con Sarah y Javier 12 felices años. O de Daisy, una perra tipo labrador que padece Síndrome de Cuishing y que tiene que estar en tratamiento toda la vida. O los casos de Bimba y Abie. La primera una perra con osteogenesis degenerativo, adoptada del Centro Canino Internacional . Y la segunda una perra mezcla de ‘ca de bestiar’ que perdió la vista de ambos ojos al ser disparada, por un desalmado, con perdigones en plena cara.
Todos ellos son los perros que, cada día, comparten vida con Sarah y Javier. Una lucha diaria para ofrecerles calidad de vida que, por supuesto, no sale gratis. Se encargan, no sólo de la manutención de sus perros y de los otros 30 que ayudan, sino también de todos los gastos veterinarios. Unos gastos que en los últimos años se han incrementados mucho pasando de 2.410 euros en 2012, hasta los más de 4.500 euros en 2014. Un dinero que afrontan sin ningún tipo de ayuda y en ocasiones supone un grave problema pues hay casos, como el de Polly, donde el tratamiento veterinario es “carísimo”, unos 500 euros .
Polly, el perro sin nariz

Polly es el último perro que han adoptado. Una perra ‘mil leches’ de tamaño pequeño que cuando llegó a sus vidas, hace 3 meses, no tenía morro. Se lo habían arrancado de cuajo. “Probablemente un mordisco de otro perro” cuenta Sarah. Su historia es un auténtico drama que, de momento, tiene un final feliz. De hecho la acaban de operar en la clínica Veterinari Montuiri donde la reconstrucción de la boca y la nariz ha sido todo un éxito.

Polly apareció, deambulando y muerta de miedo, un 3 de septiembre en Albaida, en la Comunidad Valenciana. La encontraron Luis y José que estaban pasando el fin de semana en una casa rural. “Cuando la vimos estaba completamente desnutrida, le faltaba la nariz y la boca y tenía el morro en carne viva. Se le veían todos los dientes, daba mucha pena”. Empezaba un proceso complicado en el que esta pareja movió cielo y tierra para intentar rescatar a Polly. Tras varios intentos, pues no se dejaba coger, y con la ayuda de una asociación de animales de la zona, finalmente lograron capturar a la perra. Pero ¿quién se iba a hacer cargo del animal? Luis y José colgaron su historia en Facebook y fue ahí cuando aparecieron Sarah y Javier.
No lo dudaron. Javier viajó a valencia y se la trajo consigo. “Tuve que dormir en el aeropuerto porque en el hotel no me dejaron quedarme con ella”, cuenta resignado. Desde entonces el cambio de Polly ha sido radical. La evolución ha sido sorprendente. Sus veterinarios, Oriol y Rosa de la Clínica Veterinaris Montuiri se han encargado, no sólo de que tenga otra vez nariz y boca, sino de que la leishmaniosis que padece esté completamente controlada y esta ‘pequeña’ tenga una buena calidad de vida. El amor se lo transmiten Sarah y Javier, el ingrediente indispensable para que hace que su recuperación sea magnífica.

“Alfie cambió nuestra vida”
Sarah y Javier llevan muchos años ayudando a los animales pero ¿cómo empezó todo?
“Fue a raíz de conocer a Alfie, un perro que adoptamos en 2008 y que cambió nuestras vidas para siempre” cuenta una Sarah que se emociona cada vez que recuerda a su ‘primer amor’ perruno.
Alfie llegó a Son Reus siendo tan sólo un cachorro con una situación grave ya que no sólo tenía un problema neurológico sino que además estaba ciego. “Nadie daba nada por él, todo el mundo lo daba por perdido”. Sin embargo, explica Sarah ante la atenta mirada de Javier que también recuerda con emoción esos días, gracias a Bárbara López, que fue la persona que lo rescató de Son Reus, “Alfie tuvo una oportunidad”. Poco a poco, a base de amor y paciencia, empezó a recuperarse y Sarah lo adoptó. Vivió con ellos “5 maravillosos años donde nos enseñó mucho. Era un perro muy valiente”.
“A partir de ese momento decidimos que queríamos ayudar a todos los animales que pudiéramos”. A veces, añade Sarah, “es difícil y muy caro pero nosotros no pedimos dinero, sólo pedimos que no se maltrate a los animales, que no se les trate como a objetos”.
Sarah y Javier no piden dinero, insisten en ello en muchas ocasiones durante este reportaje, sin embargo, queridos lectores, yo les animo a que les echen una mano. Puede ser bien con dinero, bien con mantas, con pienso para perros o, simplemente, con apoyo moral. Gracias a personas como esta pareja, la administración no sólo se ahorra un pico, sino que muchos animales que han sido maltratados y abandonados tienen una segunda oportunidad. Todo un ejemplo a seguir.