Después de casi siete años desde que el núcleo duro de la Acadèmia de la cuina i del vi de Mallorca se planteara la creación de una academia de gastronomía como Corporación de Derecho Público, al principio de Mallorca y después de las Illes Balears, por razones de normativa, este viernes ha quedado constituida la Academia de la cocina, del vino y de la gastronomía de las Illes Balears.
El abogado Gabriel Morell, inasequible al desaliento, junto con el empresario bodeguero Pep Lluis Roses y otros miembros de la referida Acadèmia de Mallorca, han impulsado esta iniciativa. Un gran acierto, hacía falta en nuestras islas una entidad de esta naturaleza, una institución que nos une y cohesiona como comunidad, que favorece la puesta en común de la cocina, el producto, el vino y, en definitiva, el patrimonio culinario de Formentera, de Eivissa, de Menorca y de Mallorca, tan diferentes entre sí, pero con tanto por compartir y aprender.
El escenario de este momento histórico ha sido la Bodega José Luís Ferrer, en Binissalem, una maravilla. Hemos podido hacer una visita en la que nos ha guiado Pep Lluís Roses y hemos descubierto una historia apasionante, que empezó en 1931 y que hoy es una de los productores de vino más importantes de Mallorca.
Los promotores han designado a los 30 académicos, entre los que me encuentro, un gran honor, junto con otros representantes de las llamadas islas menores (pero no por esto menos importantes), Bàrbara Lluch y Bep Al·lès de Menorca, María José Amengual, Carmen Riera y Toni Montserrat de Eivissa, y otros buenos amigos y amigas de Mallorca. Además hemos aprobado los Estatutos y hemos adoptado los acuerdos necesarios para dar los primeros pasos y para que en breve la Academia esté plenamente operativa.
El encuentro ha finalizado con una magnífica comida, cómo no! Queso de Mahón – Menorca y sobrasada de Mallorca con galletas de Inca para abrir boca; unas Burballes de conejo con hierbas aromáticas, una pasada, hacía mucho tiempo que no las comía, què bones! Porcella al horno hecha con sarmientos de viña, acompañada de patató y ensalada; y Cardenal de Lloseta. Todo con vinos de José Luís Ferrer. Por cierto, hoy me he enterado que el Cardenal no se “inventó” en Lloseta sino que es de origen austríaco y el primero que lo hizo fue Francesc Pomar, de Campos.
Para finalizar vuelvo a la Academia. Según el artículo 4 de sus Estatutos “La Academia tendrá como objeto la investigación, defensa, estudio, elaboración, codificación, preservación, y difusión de la cocina tradicional de las Illes Balears y de sus vinos y, en consecuencia, de todo lo relacionado con su gastronomía, debiendo constituir un foro de recepción y emisión de los conocimientos de su materia”.
Una gran tarea que tenemos el reto de llevar a cabo los 30 académicos que hemos sido designados en la reunión de hoy, junto con las personas, organismos y entidades que van a formar parte de la Academia como órganos asesores y colaboradores. El bagaje, el legado y la experiencia de los miembros de la Acadèmia de la cuina i el vi de Mallorca, después de casi 40 años de actividad constante, y las ganas, la ilusión y el conocimiento que podemos aportar el resto de académicos, también con una trayectoria en diferentes ámbitos de la gastronomía, es garantía de que se va a hacer un buen trabajo. Que así sea.





