Un partido para la venganza

Cuando vi el comportamiento de Vox, que lideraba Abascal, en su relación con el PP, que presidía Núñez Feijóo, mis reflexiones se orientaron hacia realidades más sutiles, que los siempre instrumentales posicionamientos políticos. Pensé de inmediato en complejos procesos psicológicos, que no han sabido encauzar y que siguen inspirando el proyecto político de Vox.

A este respecto, se ha de subrayar que durante un tiempo todos ellos formaban parte del PP, aunque con matices diferenciados.  Rajoy se permitió un lujo que el PP sigue lamentando. Aquella proclama –“Si alguien quiere irse al partido liberal o conservador, que se vaya”- colmó el vaso y tuvo una respuesta de muchos militantes desencantados y con sentimientos de haber sido objeto de un agravio injusto.  El 17 de diciembre de 2013  se creó  Vox, como nuevo partido político. 

Ha pasado más de una década. Han cambiado muchas cosas en el panorama político de España. Rajoy ya es historia. El ‘sanchismo’ se ha adueñado de la Moncloa. Al PP lo lidera Feijóo, sometido a la pinza diaria entre el Gobierno y Vox. Éste último se ha visto sometido a diversas remodelaciones, ha expulsado de su seno a los liberales y deambula en la política nacional e internacional en medio de grandes contradicciones. Pero, sobre todo, no parece mostrarse propicio para articular  una alternativa estable que ponga fin al nefasto periodo ‘sanchista’. En este bloqueo, estamos. Cada día, Abascal se muestra más envalentonado y seguro en sí mismo.

Isabel Ayuso hace ya bastante tiempo  que intuyó el problema de fondo y lo resumió así: “Abascal nunca querrá que el PP llegue a la Moncloa”. Comparto tal predicción y a los hechos me remito. ¿En qué posiciones de fondo apoyo semejante conclusión?

Una novela vino en mi auxilio. Se trata de Kidnapped (Las aventuras de David Balfour) de R. L. Stevenson. Concretamente en el cap. XXIV. La lógica lucha por encontrar un cierto dominio en el espacio político del joven Vox  llevó a su núcleo dirigente a buscar refugio, a persistir abrazado a un sentimiento muy problemático. Se trataba de exacerbar al máximo el resentimiento por el agravio, inferido por Rajoy,  y percibido como muy injusto.  Al tratarse de un colectivo muy ofendido, ellos mismos se han ido retroalimentado en el agravio  hasta el punto de sentirse obligados a organizar su propia liberación, que buscan por medio de la venganza  y así equilibrar la ofensa. recibida. ¿Cómo la han articulado de hecho?

Muy sencillo: La futura función de Vox sería su respuesta. Vox, como partido político, pasaría a ser un auténtico contraataque, una verdadera represalia, la gran venganza. Desde una perspectiva psicológica, es comprensible que no viesen otra salida. Había que equilibrar el daño sufrido  y no dar la impresión de fracaso ni sometimiento. No importaban, por contradictorios que pudieran aparecer, los sentimientos de envidia, de ciertas dosis de odio y de un deseo de venganza, que, presuntamente, tendrían que impulsar en lo sucesivo. Las relaciones posteriores entre los partidos de la derecha, a todos los niveles, han venido inspiradas y acompañadas por una manifiesta destructividad respecto a la posición política del  PP.  La venganza de Vox, ha dicho Martorell en UH, podría llegar, presuntamente, a desear  e idear una nueva legislatura de Sánchez.  Lo celebrarían, sin duda, con alborozo, ya que llevaría consigo una crisis muy profunda en el PP  y situarse, en todo caso,  como verdaderos protagonistas de la oposición.

En medio de todo este gran galimatías psicológico, se puede recurrir de nuevo a la novela de R. L. Stevenson y a la solución que maneja para resolver el conflicto entre dos amigos. En Vox, presuntamente, se esconden, visto desde la perspectiva de católicos practicantes, graves pecados, como la ira y el orgullo, ciertas posibles dosis de odio, la sed de venganza, la ausencia de perdón, la desconfianza hacia el otro, y el sufrimiento permanente. Están atrapados en verdaderas redes psicológicas, que actúan como obstáculos insalvables para superar y salir del refugio psíquico contra el agravio inferido por Rajoy. Posición, digámoslo una vez más, muy en contradicción con las que dicen ser sus opciones de fe católica.

En efecto, “perdonar es una condición fundamental para quien es cristiano”, nos ha dejado dicho Francisco, ya que “el perdón es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, el perdón es el antídoto que cura los venenos del rencor, es el camino para calmar la rabia y sanar tantas enfermedades del corazón que contaminan la sociedad” (Ángelus de 17.09.2023). Iván Espinosa de los Monteros, liberal que abandonó Vox,  ha  subrayado,  sirviéndose de lo ocurrido en las elecciones anteriores, una verdad innegable :“si todo el mundo piensa que nadie se equivocó, entonces estamos condenados a repetir el mismo fracaso”. ¡Indubitable!

A tenor de las últimas declaraciones de Abascal a la Vanguardia, “Vox se  propone superar  al PSOE y al PP”. Sigue en las mismas. De palabra,  todo es posible. Pero, nadie puede asegurar a Vox que la sombra de Albert Rivera no pueda también envolverle, dar al traste con su proyecto y acabar  con su ‘gozo en el pozo’. Eso sí, habrá, una vez más, defraudado a sus votantes y causado un daño impredecible al interés general.

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