José Luis Moreno vino hace unas semanas a declarar ante el juez del ‘caso Palma Arena’ por una historia rocambolesca de alguien que dijo que había visto al humorista cómo le daba un sobre de 250.000 euros a Jaume Matas. El asunto era inverosímil, pero aún así el juez le dio credibilidad a la versión del acusador y Moreno tuvo que acudir a declarar. El próximo viernes vendrá a Palma a declarar el prestigioso arquitecto Santiago Calatrava por su maqueta de la ópera fallida, que todavía no sé qué tiene que ver con la investigación del velódromo. Pese a lo sorprendente del asunto, Calatrava deberá coger un avión desde Suiza para defenderse por un proyecto que entregó al Govern. Me imagino que el juez debe saber que un proyecto de Calatrava se cotiza al alza en medio mundo, aunque posteriormente no se ejecute. El mismo día declarará Francesc Fiol, diputado del PP, por el mismo asunto. Aún estamos esperando que el mismo juez llame a declarar al yerno del Rey por la compra del videomarcador del velódromo, pero eso ya son palabras mayores. Después de este rosario de declaraciones y de imputaciones pasarán años antes de que algún profesional de prestigio -Calatrava y Moreno lo son en sus respectivas profesiones- quieran hacer algo en Baleares. La persecución judicial ha llegado hasta límites alucinantes y, lamentablemente, no hay nadie con sentido común que pueda parar todo esto.





