Los vecinos afectados por el proyecto del segundo cinturón de Palma, que no es una autopista, ni una autovía, ni una carretera, sino una vía conectora, empiezan a protestar porque van a ser expropiados. ¿Tienen derecho a esta queja y a obligar a las autoridades a que en las islas no se pueda construir ninguna vía conectora? Sí, tienen derecho a la protesta. La planificación urbanística significa que el crecimiento, la ordenación del territorio y la organización de los usos del suelo se deben conocer con una anticipación razonable y suficiente. Si usted compra un solar, tiene derecho a saber qué se pretende hacer allí en veinte años y, sobre todo, qué se pretende hacer en el terreno de al lado. Eso es planificación: los espacios quedan atribuidos a usos que se concretarán más tarde. Todos sabemos que en el futuro serán necesarias más vías conectoras, más trenes, más centros educativos, más cárceles (la demanda está empujando con fuerza), más centrales eléctricas o más parques. Y tenemos derecho a saber dónde se pretende hacer esto. Saber de hoy para mañana que has comprado una finca en un lugar que será expropiado, saber que llevas años invirtiendo en algo que va a ser derribado, es una injusticia impropia de un país civilizado. Pero civilización implica planificación y nosotros no sabemos qué es eso. Cuando planificamos escondemos la cabeza: no haremos más que parques. Todas las fincas mallorquinas estarán junto a zonas verdes. Será un urbanismo pionero. Pero, al final, todo es mentira. Como tantas veces.





