Desde incluso antes de que el Mallorca se transformara en sociedad anónima deportiva pero particularmente desde entonces, la mayoría de sus accionistas y/o dirigentes, salvo honrosas excepciones como las de Jaume Cladera o Tomeu Vidal, se han afanado en sondear las posibilidades que habría de recalificar urbanísticamente el terreno que ocupa. Nadie se ha dado cuenta, ni siquiera l’Ajuntament cerrado en banda, que el primer paso para ello ya está dado: su demolición. ¿O si?.
Cuentan las malas lenguas que en sus recientes visitas a Palma y parte de Mallorca, los americanos Sarver y Kohlberg se han interesado por el expediente, ya que el club, no lo olvidemos es propietario de aproximadamente un treinta por ciento de 656 los títulos de propiedad que de momento sólo sirven para pagar a Cort 1.288 euros por cada uno de ellos, lo que ha soliviantado a la masa del resto de acreedores agrupados o no en torno a la Asociación de Copropietarios que preside Joan Aguiló.
Maheta Molango ha estado presente en las reuniones que semanas atrás se han llevado a cabo con los responsables municipales de urbanismo y los representantes de los propietarios, los cuales creen que es el club quien tiene que asumir todos los gastos. No ha habido entendimiento y se convocarán nuevas conversaciones, aunque todo indica que, de no prosperar, el asunto terminará en el Juzgado a no tardar demasiado.
Ya les contaré los pormenores del asunto porque esta guerra no solamente no ha terminado, sino que acaba de empezar y las formas son verdaderamente sibilinas porque si en el centro de la ciudad se ubicaba una instalación en ruinas, ahora no hay más que un solar privado y convertido en coto de alimañas y otras especies. Y eso sin duda, también tiene un coste. ¿Me siguen?.





