Mereció la pena ver el partido Levante-Mallorca aunque solo fuera por ese zapatazo inverosímil de Juanlu, desde fuera del área, de volea, con parábola perfecta hacia la base del poste a la izquierda de Aouate. Por dentro, claro. Eso fue después de que el Mallorca jugara los veinticinco minutos probablemente más interesantes de lo que llevamos de temporada: contundente en el sistema defensivo, sereno, jugón y creativo en el centro y con varias ocasiones desperdiciadas de cara alas portería. Pero tuvieron esas ocasiones, aunque estemos en lo de siempre, que falta gol. Jugaba ante un equipo que ha ido de menos a más y que en los últimos partidos ha demostrado con juego aceptable por qué ha salido de la zona de descenso, y jugaba el Mallorca después del bache, después del punto de inflexión ante el Barça, con la gran mejora que demostró ante el Valencia. Cuando este equipo va a más, cuando está situado en un noveno puesto aunque sea engañoso, es cuando Laudrup habla de permanencia. Pues eso le honra, porque es consciente de que los exceso de confianza de la primera vuelta han llevado al equipo a esta situación, todavía peligrosa, porque está a prácticamente los mismo puntos de la salvación que del infierno. Es bueno y oportuno el mensaje del entrenador, cuando les trasmite lo que vale un punto, lo importante que es no perder, que habrá ocasiones para ganar. Este punto, ya ves, ante el Levante, es también un zapatazo para seguir ahí, en la zona de calma. Y un par de partidos más con humildad, fuerza y sudor son suficientes para quitarse el lastre. Ya vendrán jornadas mejores, incluso para soñar.
