Suena a insólito pero suena bien. Empresarios y dirigentes de asociaciones turísticas no siguen la senda del victimismo habitual y expresan públicamente que la Semana Santa está siendo muy buena y que la temporada será excelente dentro de lo que cabe. Aumento de tres veces más que las previsiones del Producto Interior Bruto (PIB). No está mal porque se compara con el año pasado, que también trajo crecimiento aunque bastante difuminado por la bajada de precios. Habrá tiempo de hablar del verano turístico, que empieza ahora con estas mini vacaciones, que suelen ser termómetro de los mercados y se desarrollan con niveles de ocupación muy por encima de las previsiones más optimistas. Pues parece que el cuerpo turístico recupera temperatura y eso que el tiempo no acompaña. La luna tiene la culpa, porque ya se sabe que la Iglesia fija la fecha de la Semana Santa en función del ciclo lunar. El domingo de Pascua es el domingo posterior al plenilunio después del primer día primavera en el hemisferio norte. Otro dato: el Jueves Santo coincide con la primera luna llena entre marzo y abril. Pero hay una leyenda urbana no escrita que nos recuerda que, caiga cuando caiga, siempre llueve en Semana Santa, como al sur de California. Aunque los empresarios tengan dudas sobre la idoneidad de las fechas, estas mini vacaciones, tengan carácter comercial o religioso, llueva o no llueva, son una inyección de aire para la industria porque se han convertido en tradición, se han hecho necesarias entre Navidad y verano, y porque cuentan con el atractivo añadido de la manifestaciones religiosas. Y si vienen como este año con muchos turistas, bienvenidas sean, como se reciben con sorpresa y agrado las declaraciones de empresarios y dirigentes. En estos tiempos viene bien un punto de optimismo.
