Casi todos los comentaristas han coincidido estos días en denunciar esa especie de discriminación que sufre el Mallorca por jugar más partidos que ninguno en lunes. Parece que no ha funcionado el mecanismo de acercamiento del club a la Federación de Villar para restablecer las relaciones rotas cuando Alemany quiso quitarle el puesto. No termino de entender que sea perjudicial jugar un partido en lunes, aunque algún entrenador haya dicho que sus jugadores no están mentalmente preparados, que lo suyo es jugar en sábado o domingo. En algunas ligas europeas se juega también el viernes y no pasa nada. En estos tiempos es bueno que el lunes al sol tenga un aliciente en el fútbol. Claro que el lunes es un día cuasi maldito anímicamente, que al ser laboral puede restringir la asistencia al campo, que en fin de semana hay otra actitud, pero, bien mirado, que el Mallorca juegue en lunes es un aliciente para paliar el mal trago del primer día de trabajo. “Estoy de lunes”, dicen algunos y algunas con un gesto entre el desánimo y el fastidio. En el plano futbolístico, el fin de semana tiene suficientes alicientes, cuando no excesos, de partidos interesantes. A veces, incluso se solapan encuentros que quisiéramos ver. Que haya un partido interesante en lunes es una bendición futbolística porque te garantiza tres días de fútbol en dosis asimilables, pero como solamente pueden considerarse interesantes los partidos del Madrid, del Barcelona y el de casa, pues eso, que el Mallorca se abone a jugar en lunes, siempre que le compense económicamente la falta de espectadores con los dineros de la televisión. Los jugadores también estarán encantados de conciliar vida profesional y familiar en fin de semana. O sea, que todo parecen ventajas. No entiendo ese rechazo a los lunes al fútbol.
