“Si no pudiera pagar a los que confiaron en nosotros, me pego un tiro”. El empresario de la abeja, el de la famosa Rumasa que al inicio del primer mandato de González fuera expropiado, José María Ruiz Mateos, nos ha dado una tranquilidad a los españoles. Tras tres emisiones de deuda que totalizaron algo más de 150 millones de euros, la empresa Nueva Rumasa se presenta en sociedad con un pasivo de 700 millones. Y para que nos quedemos tranquilos, nos explica que el empresario está dispuesto a volarse la tapa de los sesos antes de dejar de pagarnos. Yo supongo que los que tienen estos bonos están ahora mucho más tranquilos. ¿Pero, estimado José María, no sería más convincente que nos explicara el modelo de negocio? ¿En lugar de poner la pistola sobre la mesa, no nos persuadiría más ver el cash flow de las empresas, sus estados contables, sus planes para el futuro? Las preguntas que se generan tras esta crisis son muchas: ¿quién auditó las cuentas de estas empresas? ¿Se puede hacer una emisión como la que se hizo, estando en crisis interna? ¿Quién avala una emisión pública como la que se anunció en todos los medios? Si la nueva Rumasa cae, como ya ocurriera con la anterior, que fue intervenida porque estaba contra las cuerdas, entonces nuevamente España volvería a tropezar con la misma piedra, lo cual tiene mucho mérito.