Me estaba preguntando si continúa vigente el acuerdo del Mallorca con Guinea Ecuatorial para incluirlo en la historia de los “Cien años + uno” que nunca verá la luz. Y me he acordado de las personas que no aparecen en los papeles y si contribuyeron más que muchos a que este club haya llegado hasta aquí. Bueno, quizás hasta el año 2012 más o menos porque lo de estos últimos cuatro años nada tiene que ver con los noventa y seis anteriores que, indudablemente y en distintos niveles, tienen nombre y apellidos.
Al margen de los pioneros, Vázquez Humasque, Lluis Sitjar, Moner, etc, el club que conocíamos nace verdaderamente con el primer ascenso a primera división de la mano de Jaume Roselló Pascual y Juan Carlos Lorenzo, sin olvidarnos de José María Lafuente López, verdadero ideólogo de aquella gestación. No hablamos pues de un siglo, sino de medio. A lo largo de estos diez lustros ha habido presidentes insignes, entrenadores identificados y jugadores comprometidos más allá de su calidad. Pero luego hubo mallorquinistas de verdad que, casi siempre sin beneficio alguno, dedicaron horas, trabajo y entusiasmo por la causa y han sido pagadas con el olvido.
Directivos modestos como Pedro Mus, Antonio Mas, Gori Salvá, Lluciá Espases, Tomás Jaume; además del mencionado Lorenzo, Héctor Cúper, Luis Aragonés, Gregorio Manzano, Antonio Oviedo, Llorenç Serra Ferrer, Joancho Forneris, José Luis Saso o Satur Grech componen una impagable lista de técnicos fueran cuales fueran sus resultados. Si nos referimos a presidentes, la relación se reduce a Mateu Alemany, Miquel Contestí y más por voluntad que por acierto al Barón de Vidal, aunque quienes se dejaron su dinero fueron Miquel Dalmau Diana y Vicente Grande, junto al vicepresidente de Sa Pobla; y en cuanto a jugadores los Bolao, Olaizola, Riado, Bernat Sans, Angel Cobo, Leo Franco, Samuel Etoo, Martí Mora.
Escribo a vuela pluma y de memoria, por lo que seguro que me dejo muchos nombres. Valgan los presentes sólo a título de ejemplo y en comparación al mallorquinismo de nuevo cuño y raíz superficial imperante.
