Lo que le ha pasado a Isern no es más que el ejemplo de la marcada distancia que existe entre el “aparato” (nunca mejor dicho) de cualquier Partido Político, y las preferencias de los ciudadanos que no participan activamente de la actividad política salvo para ir a votar o, ni eso.
Las estructuras de los Partidos son una fotocopia de la estructura de nuestra sociedad y, en nuestro País, o en nuestros Países, somos envidiosos hasta un extremo insoportable.
En nuestro País no se tolera que alguien despunte, que alguien sea profesionalmente superior. Lejos de saber sacar el máximo partido a la genialidad, a la diferencia, aquí la hundimos, la acallamos y si podemos, hasta la enterramos. A todos los niveles.
Lo mismo ocurre con el funcionamiento de los Partidos Políticos, por eso, candidatos que, a la mayoría de los ciudadanos convencen, no llegan a consolidar su posición porque, de la noche a la mañana desaparecen del mapa mediático.
Lo único que varían son, las estrategias a posteriori. Los hay que renuncian y se van porque no pueden convivir con la evidencia de que no hay nada que hacer ni en este País ni con estos Partidos. Otros, más sibilinos, se quedan detrás del escenario esperando una nueva oportunidad porque saben que la memoria es corta y que en un País como el nuestro, cada ocho años como mínimo, se produce un cambio de rumbo y con ello tendrán la oportunidad nuevamente de alcanzar el estrellato que tanto anhelan.
Y esa mediocridad cala hasta los huesos. La mediocridad de los que no permiten medrar a los que valen, y la mediocridad de los que valen y se van, pero en realidad se quedan, porque aceptan estas reglas de juego.
Si alguien tiene suficiente tiempo como para perderlo en esta clase de batallas internas y permanecer en este estado durante varias legislaturas, es porque en realidad no nos conviene a quienes debemos ser “gobernados” por ellos.
Y lo que no ven, aquello de lo que no se dan cuenta porque no dejan de mirarse al ombligo, es que esas mayorías absolutas que tanto anhelan (algunos, porque otros más mediocres se conforman con los pactos post electorales), es que el voto que más les interesa es el de esos votantes que ahora mismo, están comprando un billete de avión para irse a las Bermudas el día de las próximas elecciones, con tal de no tener que rozar ni una sola papeleta electoral.