Palma: smart city de pacotilla

Hace alrededor de un año asistí a unas jornadas celebradas en el Parc Bit organizadas por una de las grandes telecos europeas. El presidente de esta multinacional de las comunicaciones cuyo nombre obviaré por pudor, no tuvo reparos en afirmar que Mallorca “podría convertirse en el próximo Silicon Valley”, es decir, en un nuevo centro mundial de desarrollo tecnológico de vanguardia. El motivo principal que esgrimió para defender esta tesis fue el que en esta isla tenemos “la mejor conexión a internet de alta velocidad de Europa”.  Ante tan sorprendente afirmación llegué a quitarme el zapato derecho –una pieza de artesanía inquera bien sólida y contundente- y lo blandí de adelante a atrás tratando de calibrar la fuerza y el ángulo con que debería haberlo lanzarlo para impactar desde mi posición en la testuz del directivo.

Entenderá mi enfado, querido lector, si le digo que escribo este artículo semanal desde mi casa, situada en primera línea de mar de un muy respetable y añejo barrio de Palma de Mallorca, donde a fecha de hoy no es que no haya llegado la fibra óptica, es decir, la conexión a internet de alta velocidad, ¡es que ni siquiera ninguno de los operadores tiene planes para que se instale a medio o incluso largo plazo!

Como consecuencia de este abandono por parte de las telecos sufro cada día la lentitud exasperante de una triste conexión a internet vía ADSL, tecnología totalmente caduca, que me da un paupérrimo ancho de banda insuficiente para trabajar con comodidad con las aplicaciones en la nube actuales.  Y mientras mis vecinos y yo nos desesperamos mientras un triste archivo las pasa canutas para subir a la red, las grandes empresas presumen de dar un servicio de primer nivel en Palma, ya sea en un foro tecnológico, en su publicidad, o incluso ante nuestros representantes políticos. Hay que tener la cara como el cemento.

La triste realidad es que todavía hay importantes deficiencias a solucionar en materia de tecnología y telecomunicaciones en  Palma.  El Ayuntamiento de Palma, a través de su Smart Office, debería exigir a las telecos tengan una red de fibra óptica universal o bien una red wifi de banca ancha, a la que puedan conectarse todos los ciudadanos. Solo así, podremos afirmar que Palma es una ciudad inteligente, una smart city real y no de pacotilla como ahora.

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