La aprobación de crear una comisión de investigación de los crímenes de la Iglesia Católica en lo que a los abusos sexuales a menores se refiere ha provocado que la derecha cobarde y la ultraderecha, que en este y otros temas se confunden, haya salido en tropel a pedir que se investiguen los delitos de explotación sexual de menores tutelados en Mallorca y en Valencia donde se destaparon redes de tráfico de drogas y de prostitución de niñas tuteladas por los servicios sociales, fuera del ámbito físico de tutela de la administración y por delincuentes que no pertenecían a la administración pública que los tutelaba.
Siendo también execrable el delito no tiene punto de comparación con los delitos cometidos por los propios componentes de la institución, la Iglesia Católica, que es la que da lecciones de moral. En este caso, como en muchos otros casos, la derecha cobarde y la ultraderecha al unísono, manipulan además la información, olvidándose de los casos de menores tuteladas en Madrid, prostituidas, drogadas y violadas, destapado el pasado mes de enero y pretenden ser más papistas que el Papa, cuando ya son más franquistas que Franco.
Y lo hacen cuando el Papa Francisco desde siempre ha manifestado “su inmenso dolor” por las miles de víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica y que “piensa ante todo en las víctimas, con inmenso dolor por sus heridas y con gratitud por su valentía para denunciar” y que el ex papa Benedicto XVI, hace dos meses, después que reconociera que mintió en una causa sobre abuso sexual infantil siendo arzobispo de Munich-Freising, entre 1977 y 1982, dijo sentir “vergüenza” ante los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica alemana y expresó su “cercanía” a las víctimas
Lo primero que viene a la mente en el análisis de los casos de pederastia en la Iglesia Católica es el contraste entre la madurez, por edad y formación, el rango social y religioso y la sensibilidad espiritual que se les supone a los victimarios, (los miembros de la propia Iglesia Católica) y la inocencia, indefensión y vulnerabilidad de las víctimas. Quizá sea este desnivel brutal lo que irrite más a la sociedad. Quienes cometen los delitos de abuso sexual en la Iglesia católica que se suponen responsables y al servicio de las personas, defraudan frontalmente las expectativas de la gente.
La especial gravedad de los comportamientos delictivos de abuso sexual por parte de la Iglesia, es todavía mayor de la habitual por distintas razones:
Para empezar porque, dadas las circunstancias y características de sus agentes y del “modus operandi” de las autoridades de las que dependen, se da por hecho que la magnitud del problema real es superior a la que trasciende a los medios de comunicación, con ser muchos los casos registrados, porque sin duda existe un porcentaje de prevalencia oculto, que se va a intentar determinar, de víctimas de este tipo de abusos sexuales no denunciados.
Porque son la expresión del maltrato y la agresión infantil, a menudo, reiterada y/o acompañada de amenazas y coacciones.
Por la condición social encumbrada de educadores oficiales de la moral en la que, paradójicamente, están los victimarios.
Por el abuso de poder que supone más allá del estricto delito cometido. Porque los abusos sexuales suelen iniciarse de forma sutil, el niño se ve involucrado en lo que para él es una vivencia extraña, que no entiende y en situaciones que no controla. Además que, por la imposición de mantener el secreto, las victimas no pueden recibir ayuda.
Por el ataque que significa a los valores y normas básicas de conducta de la comunidad religiosa a la que pertenecen los delincuentes.
Por la falta de reconocimiento del delito y de arrepentimiento, tal como se refleja en la recurrencia y reiteración de los hechos culposos.
Por la hipocresía social característica, la ocultación sistemática, y la falta de reconocimiento de los hechos y de las responsabilidades contraídas y por la negligencia, ausencia y/o aplicación tardía y reducida de medidas de prevención por parte de las autoridades eclesiásticas competentes. ¿Capisci?