Desde un punto de vista del lenguaje, la sociedad actúa, periódicamente, a base de un cierto número de frases hechas que, una vez construidas, son lanzadas al medio público y, en un breve espacio de tiempo, son repetidas hasta la saciedad por todo aquel que tiene algo que decir o que escribir durante una determinada temporada de divulgación manifiesta.
Intentaré explicarme: en momentos señalados, una frase concreta que aparece de la nada más nada, se pone (digamos) de moda, crea una tendencia y se lanza a troche y moche a través de todos los altavoces posibles que actúan como plataformas públicas: artículos, declaraciones, discursos, agradecimiento de premios. Una vez las distintas palabras que conforman la frase nacen a la luz, no tardan demasiado en convertirse en lo que viene a denominarse “tópicos” y su consumo se hace viral...como diríamos en el más puro lenguaje tecnológico.
En su época, la expresión “todo irá bien” era colocada sutil y repetidamente en todos aquellos casos en que un pobre humano se encontraba en una posición delicada (ya sea en una enfermedad terminal o bien en una situación de peligro, tal como una herida grave o, incluso, en un problema prácticamente irresoluble) y otra persona, familiar, amigo o un vulgar transeúnte, se encontraba a su vera y -mintiendo descarada pero piadosamente, le decía lo del “todo irá bien”, aun a sabiendas que su problema no tenía arreglo.
Más tarde apareció otra de esas fórmulas que fue aplicada durante los discursos de agradecimiento al recibir, el protagonista, un premio, cualquiera que fuere. El homenajeado -repleto de orgullo y simulando un cierto nerviosismo emocional- iniciaba una inacabable lista de elogios hacia sus colaboradores terminando con la frase, ya tópica y cansina, que rezaba “sin ellos nada de esto se habría producido”.... o en su otra versión “sin ellos (la gente de su equipo) esto no habría sido posible”.
Estas dos posibilidades se siguen ejercitando y no parece que vaya a tener un final; por lo menos próximo. Las tonterías terminan siendo una especie de letanías que los premiados se resisten a frenar; los premiados no cuentan con que antes que ellos, la frasecita de las narices ya la han reventado otros veinticinco oradores.
En estos momentos históricos, el “top” de las frases repetitivas y nada creativas es “como no podría ser de otra manera”. Está cita bate todos los récords habidos y por haber en todas las intervenciones públicas de las personas a las que se les somete a cualquier interrogatorio ante un micrófono o una cámara ( o ambas dos cosas a la vez). Es, realmente ridículo y todo aquel que la va repitiendo no deja de ejercer su derecho fundamental al ridículo más ostentoso y visible.
Un diputado del Congreso comparece, después de una sesión parlamentaria, en la sala de prensa, y frente a una nube de periodistas de periódicos, radios y televisiones, va y dice: “esta ley que hoy hemos aprobado corrige COMO NO PODÍA SER DE OTRA MANERA, los errores de la anterior ley sobre el género de las pulgas”. Y se queda tan ancho.
Y yo, un servidor de ustedes piensa: ¿cómo que no podía ser de otra manera? Seguro que hay mil maneras de regular la citada ley. Como con todo, en la vida... hay mil maneras de hacer las cosas, algunas para bien y otras para mal; pero, maneras, lo que se dice maneras hay mil en cada caso. Otra cosa es la elección del modo de actuar, ¡qué caramba!
Nada de eliminar las distintas maneras de decidir sobre las cosas.
Sí: todo se puede hacer “de otra manera”.
