Los agentes detenidos en la macrooperación dirigida por el juez Penalva contra la corrupción en la Policía Local de Palma daban miedo y no sólo por el uniforme de trabajo. Resulta espeluznante el relato de sus prácticas extorsionadoras que hace el propio juez en su auto de prisión para seis de ellos.
Los agentes, siempre según el relato del juez, iban tan sobrados que no sólo cobraban su mordida en efectivo o en drogas sino que tenían la desfachatez extrema de exigirle a un hombre tener sexo con su mujer. Hablo de algunos de los empresarios extorsionados. Pánico. Pánico porque ahora resulta que los empresarios extorsionados y que denunciaron estas prácticas policiales son ahora testigos protegidos. O lo que es lo mismo, ellos o sus mujeres tienen que mirar a ambos lados cada vez que salen a la calle.
Ni en los peores ambientes de México D.F., ni en Nápoles, ni en Sicilia ni en el Chicago de los años de la 'ley seca'. Lo tenemos en Palma y da asco.
Perolo relatado en el auto del juez no es lo peor. Ahora se va sabiendo que, por ejemplo, la concejal de Seguridad Ciudadana del Ajuntament de Palma, Angélica Pastor, ha recibido amenazas.
Les voy a contar algo que aún no saben. En el ámbito judicial, una figura imprescindible en la instrucción de este caso habría optado por sacarse el permiso de armas, también por amenazas. Por si acaso. Es un rumor que circula intensamente en los juzgados palmesanos.
Yo pensaba que los 'Ángeles del Infierno' eran otros.
Pero tenemos la gran suerte que sólo hablamos de manzanas podridas en un cesto con la mayoría del producto muy sano. Sólo me resta reclamar ue, tras esta instrucción, no quede en el cesto ni una manzana 'picada'.