A dos meses y medio de las elecciones, los ciudadanos están presenciando una catarata de ocurrencias de clarísimo tinte electoralista que por lo que parece, no ha hecho más que empezar. Empezó José Ramón Bauzá invitando a que aquellos que votaron al Partido Popular en 2011 y ahora están pensando no hacerlo, contacten con él a través de la plataforma de mensajería WhatsApp. Esta iniciativa fue innovadora y atrevida, pero nadie puede creer realmente que el president del Govern tenga tanto tiempo libre como para atender personalmente los mensajes de móvil. Los detractores de Bauzá se frotaron las manos al ver esta exposición innecesaria del líder de los populares.
La invitación de Bauzá ha tenido cumplida respuesta política en tono irónico desde las filas de Proposta per les Illes (El Pi). Antoni Pastor, diputado que fue expulsado del PP por sus desavenencias con Bauzá y por romper la disciplina del grupo parlamentario, ha grabado un vídeo parodiando el ofrecimiento del president, aunque ofreciéndose a contactar con los ciudadanos en persona, lo que sugiere que el aún alcalde de Manacor tiene más tiempo que Bauzá o que imagina que pocos serán los que le llamen.
A esta retahíla de ocurrencias sin precedente se suma María Salom, candidata popular a presidir el Consell de Mallorca y también José Manuel Ruiz, aspirante a la alcaldía de Calvià por el PP. Este último se compromete a girar visita a domicilio para tomar café con los vecinos, lo que supone rizar el rizo. Habrá que felicitarle si lo consigue.
Bien está que los candidatos que concurren a las elecciones se muestren abiertos y accesibles a las demandas de la ciudadanía, pero no parece razonable que lleven a cabo iniciativas de dudosa efectividad, muy difíciles de ejecutar en la práctica y que a menudo rezuman frivolidad. Las propuestas que planteen los partidos deben exhibir más seriedad y coherencia, para no ser relegadas a ocurrencias electoralistas de mero postureo.
