En cierto modo, la primavera acaba llegando siempre un poco antes de que haya llegado realmente al calendario. La intuimos ya en algunos días de febrero o en los primeros días de marzo, del mismo modo en que intuimos también a veces algunas cosas buenas que posiblemente acaben pasando en nuestras propias vidas.
El final del invierno y la posible anticipación de la primavera se perciben sobre todo en las mañanas o en los crepúsculos en que notamos que la luz empieza a ser ya algo diferente, más diáfana, o en los días en que sin saber muy bien por qué nos sentimos de mejor humor o con mayor ánimo, en sintonía con la creciente eclosión de vida que vamos advirtiendo poco a poco a nuestro alrededor.
Y a pesar de lo que dice nuestro querido refranero sobre la primavera, esta peculiar estación, más que alterarnos la sangre, lo que suele hacer normalmente es serenar nuestro espíritu y prepararnos para los días mejores de abril y de mayo, que son esos días en que el sol es a la vez amable y agradable, en que los cielos son claros o con pocas nubes y en que, por ello mismo, sentimos más ganas de salir de casa, de vivir y de pasear.
Al mismo tiempo que eso ocurre, a partir de abril nuestra manera de vestir se va volviendo paulatinamente un poco más alegre y también algo más liviana, al menos durante el día, porque por las noches conviene salir todavía algo abrigados, sobre todo si tenemos una cierta tendencia a resfriarnos o a coger frío aun llevando ropa térmica, anorak, guantes y bufanda.
A lo largo de la primavera vuelven de nuevo los vencejos, se celebra cada año la Semana Santa y, ya en junio, acaba el curso escolar. Personalmente, esos son otros tres poderosos motivos para acabar siendo un defensor acérrimo y tenaz de esta estación.
Por todas esas razones y algunas otras razones más, la primavera es una estación que no suele tener demasiados críticos ni detractores, ni siquiera entre quienes suelen ser más propensos a sufrir alguna alergia primaveral o algún bajón anímico en estas fechas.
En otro sentido, los amantes del fútbol y en especial los seguidores del Real Mallorca lo pasamos también un poco mal en estos meses, pues sabemos bien que los ascensos y los descensos, los posibles títulos o la siempre anhelada salvación, se producen normalmente también en la siempre imprevisible primavera.