Parece haber gente determinada a instalarse en la cultura del odio y de la división, para generar conflicto social donde no lo hay. Que un grupúsculo radical catalanista pretenda que los ciudadanos de Balears prescindan de los funcionarios de la Guardia Civil, del Cuerpo Nacional de Policía y de las Fuerzas Armadas es un delirio de alguien que está absolutamente fuera de la realidad. Estos trabajadores públicos desempeñan una labor fundamental en beneficio de toda la sociedad mallorquina y balear, que no merecen difamar quienes desde las redes sociales les instan a marcharse con la expresión “Arruix!”.
Es cierto que son pocos y que es posible que hagamos mal en darles publicidad a sus ocurrencias, pero es hiriente por injusto que se atrevan a acusar a los citados colectivos de funcionarios de atacar la lengua catalana, de acumular casos de tortura y de participar en el genocidio de 1936.
Al rebufo del órdago secesionista catalán hay gente que parece haberse crecido mucho, pero afortunadamente son pocos y se amparan en el anonimato. La sociedad mallorquina sabe bien lo que debe a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a las Fuerzas Armadas, en términos de seguridad, tranquilidad y paz. Quizás quienes pretenden que se vayan, debieran irse ellos antes, porque la ciudadanía no comparte ni sus exigencias absurdas ni las formas en que son planteadas, pues destilan odio y fanatismo.
