La Setmana Santa ha empezado, entre otras cosas, con la firma de la hoja de ruta soberanista de Catalunya. Tanto Mas como Junqueras no dan marcha atrás a las pretensiones de cambio del estatus del Principat.
CDC, ERC, ANC, Òmnium Cultural y AMI, amparados por unas encuestas que les dan resultados favorables, tienen claro que el primer paso a el 28 de septiembre es declarar unilateralmente la independencia de Catalunya.
Son conscientes que ello supondrá su inhabilitación, el secuestro por parte del Gobierno de España de las instituciones de autogobierno catalán, y la convocatoria de nuevos comicios electorales. Omito la cuestión de si se sacarán los tanques a la calle por no ser alarmista.
De ahí se derivan dos consecuencias previsibles que trastocarían de plano la situación de cambio que más de uno había vaticinado con la eclosión de Podemos y el desgaste de Rajoy.
Si Catalunya se declara independiente se movilizarán muchos votos que hubieran sido abstenciones y es previsible que sea en favor del PP. En definitiva, la declaración de independencia de Catalunya dará la mayoría absoluta al PP el 22 de noviembre.
Por otra parte, si las instituciones centrales, mediante los mecanismos jurídicos previstos al efecto, apartan a Artur Mas, también éste quedará como mártir de la causa y se prevé que de volver a ser candidato a la presidencia de la Generalitat su crecimiento en número de sufragios sea muy elevado.
En definitiva, que por mucho Podemos, paro, casos de presunta corrupción o subida de impuestos que haya habido, los catalanes pueden hacer entrar a Rajoy en el hemiciclo más victorioso que nunca. Mas dará a Rajoy 4 años más.
