“Sa Nostra” ya no es suya

Durante años, miles de personas han abierto sus cuentas en “Sa Nostra” depositando en esta entidad no sólo su dinero, sino también su confianza de vecinos leales. Sa Nostra fue la caja fuerte cercana y segura de esos pequeños empresarios de barrio que a fuerza de tesón y trabajo bien hecho, consiguieron hace décadas consolidar su posición y la de varias generaciones más. La caja fuerte amiga de las abuelas que, con su pequeña pensión contribuyeron mes a mes a salvaguardar miles de puestos de trabajo e ilusiones.

Acudir a “Sa Nostra” para esos ahorradores del barrio era como ir a visitar a un vecino que nos cae bien y además salían de la visita con dinero en la mano, contante y sonante porque para entonces las tarjetas de crédito seguían siendo una cosa de plástico que les había dado el banco y que nadie recordaba dónde la había dejado después.

Los barrios sin embargo han cambiado con el paso del tiempo y del mismo modo “Sa Nostra”, no se ha librado de la especulación de los adictos al poder. Por eso estamos dónde estamos: en Bankia.

Ahora los nuevos gestores de la entidad engullida en las fauces de la entidad rescatada quieren quitarse de en medio esas miles de cuentas de pensionistas que no alcanzaran a ser mileuristas jamás. Se ve que no les compensa la gestión de esos pequeños ahorros, ni el pago de recibos de cuantías incomparables con los de grandes ahorradores y empresas. El negocio de los nuevos gestores no va dirigido a esa cercanía con los pensionistas que mes a mes, se acercaban varias veces a la entidad para retirar despacito su dinero. Quieren que se vayan y por eso les han anunciado, por carta, la aplicación de unas nuevas condiciones y comisiones para cualquier trámite que realicen utilizando sus raquíticas cuentas o libretas de ahorro. E incluso sin utilizarlas se los van a comer a comisiones.

Es verdad que los pensionistas, los mismos que nutrieron a “Sa Nostra” durante décadas, pueden salir corriendo y abrir cuenta en otras entidades, que no serán tan cercanas para ellos ni tan de barrio como antes. Nuestros políticos sin embargo (era imposible escribir algo sin referirme a ellos), están demasiado ocupados en menesteres más importantes, asuntos como éste o como los incrementos anuales también de las cuotas que pagan los mayores a las compañías aseguradoras (por poner sólo un ejemplo), no son asuntos de Estado.

Quizás el envejecimiento de la población nos salvará en su día de este abandono y despreocupación institucional, cuando el peso del voto de los mayores sea tan importante que no les quede otro remedio, a quienes gobiernen entonces, que legislar enfrentándose a aquellos frente a los que ahora no se atreven ni a parpadear.

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