Salud pública: el riesgo de no vacunarse contra la gripe

La decisión de vacunarse contra la gripe no debería ser entendida como una opción individual, que lo es, sino un gesto colectivo de responsabilidad. En Baleares más del 53 % de la población afirma no tener intención de hacerlo, lo cual representa un grave problema de salud pública.

Es alarmante que, sólo cuatro años después de la pandemia, se haya instalado una suerte de «fatiga vacunal» que contamina el sentido común. ¿Cómo se explica que tres de cada cuatro personas fuera de los grupos de riesgo renuncien a una inmunización cuya eficacia y seguridad han sido científicamente comprobadas año tras año?

El dato revela un déficit de confianza en la prevención y un empobrecimiento del sentido de la responsabilidad colectiva. Según el estudio, sólo un 24 % de quienes no se consideran población de riesgo planean vacunarse; pero incluso dentro de ese grupo, un 30 % podría cambiar de opinión si su médico o enfermera se lo recomendara.

La recomendación médica —debidamente argumentada, personalizada, clara— tiene el poder de revertir ese rechazo

Ese dato demuestra algo elemental: la influencia de los profesionales sanitarios sigue siendo clave. La recomendación médica —debidamente argumentada, personalizada, clara— tiene el poder de revertir ese rechazo. Y si Baleares quiere salvaguardar a los más vulnerables —personas mayores, con enfermedades crónicas, convivientes de riesgo—, esa recomendación debería ser una obligación ética.

La vacunación es una medida básica de protección individual y colectiva de salud pública, un acto de solidaridad hacia quienes más pueden sufrir. Cuando un amplio grupo de gente decide no inmunizarse, las consecuencias pueden recaer sobre aquellos con defensas débiles, sobre el sistema sanitario, sobre la sociedad en su conjunto.

Los responsables políticos y sanitarios deben actuar con urgencia. Más campañas de información rigurosa, mejor acceso en colegios, farmacias y centros de salud, implicación real de médicos y enfermeros son imprescindibles. Si no lo hacen, Baleares corre el riesgo de volver a repetir errores del pasado: subestimación de la gripe, saturación hospitalaria, vulnerabilidad en las personas más frágiles.