Según han informado los expertos, en un artículo publicado en 'Physical Review Letters', el origen de las ondas ha sido un par de agujeros negros en colisión. Las ondas gravitacionales llevan información sobre su origen y sobre la naturaleza de la gravedad que no se puede obtener de otra forma, y los físicos han llegado a la conclusión de que estas ondas ahora detectadas nacieron en los momentos finales de la fusión de dos agujeros negros, de 14 y 8 veces la masa del Sol, para producir un único agujero negro, más masivo y giratorio de una masa 21 veces superior a la estrella. Una de las autoras del hallazgo, Gabriela González, ha destacado que estos agujeros negros son mucho menos masivos que los observados en la primera detección y que, gracias a esta característica,"las ondas han permanecido más tiempo en la banda sensible de los detectores que en la anterior detección". Concretamente, han estado un segundo más que en el primer descubrimiento. Para González, se trata de "un comienzo prometedor para el mapeo de las poblaciones de agujeros negros en el Universo".
