Ya hemos escrito anteriormente que, por lo que a deporte de equipo se refiere, el Palma Futsal representa la excepción que confirma la regla de una temporada aciaga para el resto de clubs, desde el Mallorca como ejemplo paradigmático de fracaso y mala gestión, al Palma Air Europa de baloncesto, pasando por el Atlético Baleares y el Llosetense.
Desconozco las posibilidades reales que tiene el sueño de Miguel Jaume de convertirse en una realidad estable, pero observamos que su gráfica reproduce una curva ascendente que parte desde la modestia para llegar a una cota mucho más ambiciosa y no ha dejado de subir.
¿Es posible llegar más lejos?. En primer lugar cabe destacar que una eventual derrota en la final de Copa que disputa en Sevilla frente al Pozo de Murcia, no empaña la labor silenciosa que responde a una línea alejada de la improvisación. Después no perdamos de vista que competir al más alto nivel con rivales de un potencial económico y social muy superior no es una tarea sencilla, ni olvidemos que el salto de calidad tiene mucho que ver con la acertada decisión de trasladarse a la capital del archipiélago y al Palau, aunque la semilla fuera sembrada en Manacor y regada desde el Palma Arena.
El deporte de élite se alimenta de victorias. De ahí que no nos extrañe que a los verdes les hayan acompañado un millar de seguidores, sin contar a políticos que no hacían ninguna falta, mientras que para ir a Albacete haya costado dios y ayuda llenar un solo avión en vano. Claro, no es lo mismo viajar para ver una final que levantarse del asiento para, en el mejor de los casos, evitar un descenso.
Cuando uno sólo aspira al éxito, es más fácil conquistarlo. ¡Suerte!